Cansinos, más de lo mismo, no puede caer más bajo, pero esto qué es, llevan diez años dando el mismo programa, no les da vergüenza, qué pesados, el estercolero sobresale, joder, son peores que los de Telahinco, Antena 3, como siempre, coronándose de mierda y aburriendo, están zumbados, son patéticos, aprovechados, rastreros, y son tan tontos que ni siquiera hacen caja porque en cuanto anuncian más de lo mismo la gente huye. Todo lo anterior lo suscribo, y casi sin matices, pero no lo he escrito yo. Lo he copiado de blogs y páginas webs donde la gente opina. ¿De qué hablan, de qué quiero hablar? De Antena 3. Del caso Malaya. Del rancio morbo de volver a llamar la última entrega como Operación Pantoja: traición a Isabel. Es el gran cebo. Y de rebote, sea culpable o no, la gran víctima catódica por ser el gran nombre. Algo tan serio no puede estar en manos de chiquilicuatres destripa pellejos que logran lo contrario de lo que persiguen, que la gente salga pitando, que la gente tenga un juicio antes del juicio, que la gente esté harta de escuchar la palabra corrupción, que hagan de los delincuentes, previo pagos vergonzantes, modelos a imitar.

El caso de la corrupción en Marbella, cuyo verdadero juicio acaba de comenzar en Málaga, se ha convertido en un género televisivo, rastrero, sucio, devaluado. Por eso, cuando el otro día el malandrín Albert Castillón se ufanaba diciendo que gracias a programas como en que él participa, la «considerada prensa seria empezó a hablar del caso Malaya». Es mentira, claro. La prensa seria, querido, informa cuando hay que informar. El jueves, Antena 3 volvió a la carga con Cantizano, Patiño, Castillón, y otros petardos del montón. Qué pereza.