Podría ser un titular deportivo para describir el sólido arranque ligero del Valencia, cuyo escudo cuelga de las alas de este mamífero. O también un anticipo del año nuevo chino, inspirado siempre en el reino animal. Pero no es así. Esta es la página de agenda y los chinos dedican el 2011 a una especie que hace unas semanas protagonizaba la columna: el conejo. La revista «Consumer» avanzaba que 2011 será «El Año del Murciélago» porque así lo han decidido los responsables del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Los expertos andan muy preocupados por el declive de los murciélagos, que en algunas zonas del mundo realizan un papel casi esencial para el mantenimiento de la agricultura. La destrucción de sus hábitats, el abuso de los pesticidas y la aparición de algunas epidemias han hecho mella en la población mundial de esta especie. También en España, donde se conocen 29 especies diferentes de murciélagos, se ha notado este declive. En la Comunitat Valenciana, donde el murciélago es un símbolo presente en el escudo de su Generalitat y en el de decenas de instituciones, se han contabilizado 22 especies diferentes. Los recuentos realizados en los últimos años dentro de los planes de recuperación del murciélago financiados por la Unión Europea confirman el descenso de las poblaciones locales, especialmente de las más amenazadas. Este es el caso del murciélago mediano de herradura, del que en 2005 se detectaron 56 ejemplares por sólo 21 en 2009.

«El Año del Murciélago» cuenta con una web propia en la que se puede ampliar información sobre la campaña y los beneficios medioambientales del murciélago. Sin embargo, basta cerrar los ojos y recordar las noches de verano, con decenas de murciélagos sobrevolando incansables el cielo y alimentándose, entre otros, de los molestos mosquitos, para comprender su inestimable aportación al equilibrio natural. Solo por eso merecerían nuestro respeto.