Norma Jean (Marilyn) escribía poesía. Le faltaba oficio, pero no talento poético. En el poema que hace días se publicaba, Norma se muestra desesperada y planea quitarse la vida tirándose de un puente. Pero el de Brooklyn le gusta demasiado, sobre todo por sus vistas, como para usarlo en eso. Aunque se pone a pensar, buscando otro puente que sea feo y no tenga vistas, concluye en que todos los puentes le gustan, y ahí acaba, de momento, su proyecto suicida. Cuando escribió el poema, Norma ya se paseaba al borde del precipicio, pero la vida aún debía tener en ella belleza bastante para no tirarla (tirarse). Esos paseos al borde son propios del espíritu poético, y la sutileza de trivializarlos (Norma no encuentra un maldito puente a tono), rehusando el acento trágico y grandioso, muestra su talento para marcar la distancia mediante la que el sentimiento se sujeta y deseca en poesía.