Aunque a la política le gusta adornarse con las visiones de los bardos y las cantinelas de los músicos, no se sabe de ninguna que haya traído —o pueda traer— el Cielo a la Tierra o señalar al menos el camino hacia el Paraíso. Cuando Labordeta decidió hacer política, eso tan necesario, tan inevitable, dejó a un lado la solfa y tomó el megáfono. También Lennon ha sido muy evocado estos días por sus bed-in a favor de la paz (de John les hablaré otro día), una escuela utópica que culminó provisionalmente con Yoko Ono en Valencia plantando naranjitos en unos féretros, no sé si como metáfora de los Novísimos o del ciclo del carbono.

La importancia de la política es negativa: nadie sabe cuánto puede empeorar si proliferan los distraídos y los dejados. Estoy un poco harto de oir que el PP no paga por su asombroso Himalaya de corrupción e inmundicia. Y no es cierto, aunque sea más cierto en Valencia que en Asturias, pongo por caso. Si al PP le salieran gratis sus asaltos a la fiambrera, no hubiera bajado dos puntos en intención de voto, incluso aquí. También el suelo electoral del PSOE se mantuvo muy alto tras los trapicheos de Roldán y eso que el electorado tenía la alternativa de Izquierda Unida.

Primera lección: las familias de derechas van juntas a votar después de la misa y antes de la paella. Puede que el voto sirva de poco, pero si la derecha no lo desprecia es porque aún vale algo. Insisto: si los gürtelianos no fueran un dolor testicular para Rajoy, el gallego aparecería abrazado más a menudo a Nuestro Amado Líder, con lo que les gusta. Y más que abrazos, don Mariano parece traer bajo el brazo un desodorante en espray. Otra cosa es que el PSOE, con el concurso de candidatos descoloridos, imitadores del PP (siempre es preferible la versión original) y matriceros de la economía con la bendición del FMI, no despegue.

En Alemania y en sentido opuesto parece que va a ser Angela Merkel quien pagará la factura de los ajustes, una simetría que nos debería hacer reflexionar. Muy pocos lo harán. Frente a las tentaciones de desistimiento, no olvidemos la política.

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