Vivimos en un mundo globalizado, oímos cantos de sirena acerca de las ventajas de esta situación, pero, en realidad, lo único que verdaderamente se está globalizando es la pobreza. Y para comprobarlo, sólo es necesario dar un vistazo a los datos. En España, suman 1.400.000 los hogares cuyos miembros están todos desempleados y subsisten, sobre todo, por el denominado colchón familiar o los comedores de ONGD. En las ciudades se repiten cada día más las situaciones de miseria y desviamos la mirada ante ellas como si no fuera con nosotros y nosotras.

Si tenemos en cuenta que en el mundo hay 2.000 millones de personas cuyo denominador común es la miseria, no podemos extrañarnos, ni ser críticos, ni imputarles todos los delitos, los posibles y los imposibles. Son personas que poseen un hambre insaciable, padecen un frío intenso en invierno y un calor agobiante en verano pero, principalmente, lo que más sufren es un rechazo social que dificulta la salida de esta terrible situación.

En CC OO estamos francamente preocupados por la situación económica que estamos viviendo y especialmente por una clase política que parece estar al margen de esta terrible problemática ignorando a los más débiles. Somos conscientes de que cuando se entra en el círculo de la pobreza y la miseria, la salida, sin unas medidas contundentes, es prácticamente imposible. Es empleo quien permite llevar adelante un proyecto de vida, un proyecto que ha de venir arropado por unos servicios sociales suficientes de manera que, si la vida se nos tuerce, nos podamos sentir arropados por las administraciones, por un servicio público basado en la solidaridad, aportando los que más, los que más tienen. Eso es equidad, un concepto que en un sistema productivo como el nuestro, carece de sentido.

La huelga del 29 de septiembre, que ha contado con el apoyo de numerosas asociaciones ciudadanas y ONG, se convocó, entre otras cosas, en contra de una reforma laboral que deja desasistidos a trabajadores y trabajadoras, que abarata el despido y no crea empleo, que recorta derechos sociales y puede poner en apuros a la ciudadanía más débil, aumentando en consecuencia, el número de personas que están al borde de la marginación social. Por eso es importante manifestar nuestra protesta en la calle: acudir a las manifestaciones que hay convocadas en el día mundial contra la pobreza y la marginación. Es importante mostrar nuestro apoyo solidario a todas las instituciones que trabajamos para que nuestro camino sea ir hacia un mundo más igualitario y en el que todos y todas quepamos.