Por la mañana veo Paso a paso con Nacho Duato en La 2, trece entregas recuperadas del archivo de TVE en las que se van ofreciendo entrevistas y coreografías de las compañías de danza más importantes del mundo. Hoy hace en mi pueblo un día de otoño de esos en que el sol, cálido, es traicionero como un resfriado, por las ventanas de mi estudio entra el raudal de una luz de cristal afilado, y cuando enciendo la tele, ahí están Lukas Foss, Giuseppe Toreli, Antonio Vivali, o Giovanni Battista Pergolesi con sus arias, sonatas, conciertos, el esplendor barroco de unas voces y unas melodías con las que el coreógrafo Yirí Kylián hace el milagro de traspasar la pantalla y ofrecer un espectáculo que atrapa los sentidos. Es checoslovaco, fue director del Nederlands Dance Theater durante 24 años, y se codea con los más grandes.

Forma parte de los clásicos de la vanguardia dancística mundial, al lado de Marta Graham, Merce Cunningham, Maurice Béjart, Roland Petit, o Pina Bausch. La coreografía que ofrece en el programa de Nacho Duato se llama Bella figura, algo así, dice el coreógrafo valenciano, como nuestro «a mal tiempo, buena cara». Es delicada, bella, moderna, atrevida, sofisticada, apabullante, seria, frívola, cómica, un trabajo envolvente y de una ejecución que roza la perfección de un mecanismo de relojería. A mal tiempo, buena cara. Hay que tenerla. No porque pensara en los retazos de programas que no soporté la noche antes, cuando otras cadenas seguían en su delirante bajada al pozo de la indecencia parloteando de sus creaciones monstruosas, huecas, zafias, y aburridas, no. Pergolesi dio paso a Elena Salgado y los Presupuestos en el Congreso. Bella figura…