La madrugada del próximo domingo, 31 de octubre, hemos de retrasar una hora los relojes para volver al horario de invierno. Tenemos por delante, pues, la última semana con el horario de verano, que supone un adelanto de dos horas respecto al tiempo solar, anticipo que es de sólo una hora en invierno. El cambio de hora no altera realmente la duración del día, sino que modifica arbitrariamente el horario oficial. Lo que notaremos dentro de una semana es que por la mañana, al salir de casa, habrá más luz que estos días, pero por la tarde sucederá lo contrario: el Sol se pondrá antes respecto al horario oficial. Al volver al tiempo de invierno nos costará menos madrugar por la mañana, porque al retrasar el reloj ganamos una hora, pero perderemos el aliciente de ver cómo alarga el día por las tardes, que es una de las claves de la influencia psicológica positiva del horario de verano. Por ello, aunque va a refrescar en buena parte de España, esta semana debemos aprovechar las tardes todo lo que se pueda con los últimos rayos de sol.

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