Hace quince días tratábamos de expresar nuestros temores sobre los resultados que la Generalitat Valenciana (GV) tendría que asumir en la última semana del año. Hablábamos de déficit anual permitido y a la postre de deuda (que no es otra cosa que la suma de los déficits de años sucesivos) que va a determinar buena parte de la nuestra calidad de vida, al referirnos a las cuentas de la institución que tiene el deber y la legitimidad de encargarse de nuestra salud y educación. Hoy, en el primer lunes del año, ya sabemos, gracias a la Sindicatura de Comptes, que los presupuestos de 2009 no fueron todo lo solventes que debían y que la situación de la GV ya entonces era muy delicada. En lo que sigue vamos a tratar de avanzar lo ocurrido en el 2010.

Ya sabemos que, con la GV a la cabeza con el 16 %, la deuda conjunta de las comunidades autónomas (CC AA) a fecha 30 de septiembre del 2010 había superado el 10% del PIB, con un total de 107.624 millones de euros. Evidentemente, el peso de los intereses correspondientes depende de la deuda que cada Autonomía arrastre, lo que, en el caso de la GV, supone que ya sea el tercer apartado en importancia, sólo superado por los gastos de las consellerias de Sanidad y Educación.

La reacción frente a la crisis presupuestaria y el impacto de la deuda, no puede ser otro que el producido este verano, encaminado a reducir urgentemente el déficit del año en curso y de los próximos. Por ello, las autonomías acordaron con el Gobierno, en el marco del Consejo de Política Fiscal y Financiera, que el déficit del 2010 no debía superar el 2,4%, mientras que en el 2011 esta cota debía incluso ser mucho más dura: 1,3%. Fue un acuerdo con un claro sobreentendido: aquellas CC AA que no cumplieran estos objetivos, además de ya tener los mercados de capitales completamente cerrados desde abril, ni siquiera iban a poder emitirla por elevado que fuera el interés que ofrecieran.

Como es sabido, al finalizar el tercer trimestre, la propia vicepresidenta del Gobierno, puso a Castilla-La Mancha y a Murcia en el capitulo de comunidades que ya no podía emitir deuda para acabar el año, apareciendo un segundo grupo en el límite de poder alcanzar el objetivo, sobre el que por el momento no tomaba medidas. Las consecuencias del cerrojazo dado, ya han sido noticia esta última semana en Murcia, donde se han revisado a la baja determinados incentivos y ampliado determinadas jornadas de trabajo para muchos funcionarios.

La pregunta en este primer lunes del 2011 es obvia: ¿Ha superado la GV, en 2010, el fatídico límite para su déficit del 2,4% del PIB? A pesar que a estas alturas una respuesta pueda sonar a pedante, los datos conocidos en Cataluña esta misma semana (cosas de los traspasos de poderes) parecen indicar que desgraciadamente ésta es afirmativa. Razonemos los argumentos: a) En la citada revisión del estado de las cuentas al finalizar el tercer trimestre, las situaciones de Cataluña y la Comunidad Valenciana (CV) eran muy parecidas, con ambas CC AA en el grupo de los dudosos, ya que mientras nuestra deuda era del 1,82% del PIB, la catalana era solo un poco mas baja (1,71% del PIB). b) Las calificaciones de ambas por parte de las agencias internacionales son actualmente tan parecidas, como poco lustrosas al estar por debajo del promedio estatal (para S&P las dos en A+ negativo, para Fitch las dos A negativo y para Mody A2 negativo y A1 negativo). c) Ambas administraciones han tenido que recurrir, a finales del 2010, a los bonos patrióticos para afrontar las demandas mas acuciantes de sus acreedores y de las nóminas de funcionarios y médicos. Asumiendo estas semejanzas, adquiere un valor predictivo importante el informe que el equipo saliente del Gobierno de Montilla ha pasado gallardamente a los técnicos enviados desde Convergència i Unió para sustituirles. Según estos datos, al final del 2010, el déficit de la Generalitat catalana, en vez de limitarse al 2,4% del PIB, equivalente a unos 4.700 millones, va a superar los 6.000 millones, esto es un 3,3%, casi el doble del declarado para septiembre.

Con estas clarificaciones, y con todo lo dicho por la Sindicatura sobre el real estado de las cuentas de la GV del 2009, no me negarán que es casi imposible que aquí no superemos el fatídico 2,4% y que en consecuencia debamos prepararnos para tomar medidas urgentes, serias y explicadas a la ciudadanía, aunque estemos a menos de cinco meses de unas elecciones autonómicas. No hay dudas de que el Ministerio de Hacienda va a prohibir toda nueva emisión de deuda, aunque a los precios que puede llegar a pagarse, uno no sabe qué es mejor. Cabe pensar que las cabezas más solventes de la GV deben tener claro que ha llegado el momento de asumir la profundidad de la crisis, y que el primer paso es, sin duda, conseguir un pacto de todos los valencianos, mas allá de la pugna electoral. Desgraciadamente, al contrario de lo que se está viviendo y preparando en Cataluña por parte de los partidos más representativos, en la CV, después de algunos ofrecimientos de PSPV y del resto de grupos de les Corts, no parece que nadie quiera reaccionar y ello empieza tomar un desagradable y desesperante sabor a corrupción intelectual, a la espera que los jueces determinen si ha existido de la otra.

Ha llegado el momento de creerse que estamos en una situación límite. Por favor, hagan algo, aunque sólo sea observar los movimientos que con toda seguridad se van a dar en Cataluña, donde sí han decidido creerse el papel de la Generalitat a la hora de afrontar la crisis.