La propuesta llega en un momento adecuado si nos atenemos a lo tratado por el Consorcio Valencia 2007, en su reunión celebrada en el mes de julio, cuando puso de actualidad el futuro de las bases de los equipos participantes en la edición de la Copa del América celebrada en nuestra ciudad, pensando en darles un contenido deportivo, cultural o tecnológico.

Esta posibilidad ofrece una nueva oportunidad de ubicación para el Museo Marítimo, añadiéndola a la de las Atarazanas

—sin duda su sede natural—, los Docks o el conjunto de edificios de la Casa dels Bous, Tenyidors y Frigoríficos, en Eugenia Viñes. Cualesquiera de estas alternativas podría constituir una sede magnífica para albergar los fondos que en su día se mostraron en las Torres de Serranos y en las Atarazanas, hasta desaparecer y quedar sumidos en un letargo que propició su olvido. Porque ese es el problema real: ¡Nadie se acuerda del Museo Marítimo de Valencia!

Claro que ¡hace tanto tiempo! Recordemos que el Museo Marítimo Municipal fue aprobado por el pleno del ayuntamiento con fecha 4 de febrero de 1971.

El 6 de julio de aquel mismo año, el teniente alcalde delegado del Distrito Marítimo —Ramón Pascual Lainosa— y el concejal delegado de Archivos, Museos y Bibliotecas —Antonio Soto Bisquert— redactaron un escrito cuya vigencia, a pesar de los años transcurridos, merece destacarse. Decía en sus párrafos finales: «Aclaro que en principio solo se pretende depositar en las Torres de Serranos, la obra existente sin dispendio económico importantes (el subrayado viene en el original). Una vez puesto en marcha ya se podrá hacer un estudio más completo, en el sentido de taquillaje, aportaciones, etc.

»Tanto la Delegación de Archivos y Bibliotecas como la Tenencia de Alcaldía del Distrito Marítimo esperan la comprensión y apoyo de todos los compañeros de corporación, ya que es lamentable que Valencia, ciudad marítima por naturaleza y tradición, poseedora del "Llibre del Consolat del Mar", carezca de un Museo en donde depositen estos fragmentos de historia y que tanto honran a las ciudades marítimas que las poseen».

Han pasado cuarenta años.

La proposición del concejal Amadeu Sanchis ha vuelto a poner de actualidad aquella realidad que pasó efímera por la historia de la ciudad. Y su sugerencia de restaurar y actualizar el consejo asesor que prevé el reglamento del museo, aprobado por el pleno municipal de 3 de marzo de 1972, también parece un buen punto de partida y de compromiso para la recuperación de este museo que supondría un atractivo adicional para la ciudad; un nuevo aliciente en su oferta cultural; una posibilidad de animar el entorno marinero; un centro de enseñanza para nuestros escolares…

Las ciudades y poblaciones costeras siempre han tratado de disponer de un museo donde mostrar su pasado marinero del que se enorgullecen. Suelen ser lugares muy atractivos, visitados para naturales y foráneos. Valencia, que ha sido cuna del Consolat del Mar y que presume de organizar eventos relacionados con el mar, no puede olvidarse de su historia marítima que merece ser mostrada y difundida. Ahora tiene una buena oportunidad.