Nada tan poderoso como las goteras para reflejar una chapuza en una obra pública. Si las filtraciones de agua son frecuentes y además se producen cuando más personas están atentas al espacio en el que se detectan, el naufragio es total. Las trombas de agua que se venían anunciando para este fin de semana han puesto en evidencia, una vez más, que el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias está inacabada. Las lamas de metal que en forma de cresta deben rematar la construcción de Santiago Calatrava no están instaladas y por los agujeros de su montaje, y también por otros elementos, el agua volvió a correr ayer hasta obligar a interrumpir los partidos previos del Open de Tenis de Valencia que comienza oficialmente hoy.

Pero no solo el Ágora se ha visto afectado por el agua otra vez. El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, que hasta ahora mantenía el tipo en cuanto a imagen pública, también se vio ayer alcanzado por las goteras hasta el punto de que algunos asistentes a los entrenamientos de los tenistas participantes contemplaron sus ejercicios con paraguas dentro del recinto.

La fatalidad, pero también la imprevisión y la mala práctica de la obra pública, han querido que el agua se haya colado en la fiesta tenística más internacional de Valencia, uno de los acontecimientos deportivos elegidos por los gestores públicos para reforzar la imagen de la Comunitat Valenciana en el mundo, como la Fórmula 1, la Copa del América o la salida de la Volvo Ocean Race. Por desgracia, ese prestigio queda tocado con esta lluvia tan inoportuna que ha entrado donde no debía y provocado una imagen negativa. Y de nuevo, como siempre hasta ahora, no habrá responsables de esta chapuza televisada a decenas de países.