Tiene un poco o peor un mucho, como veremos de perverso efecto, ocultador de la realidad real, el manoseado, cansino y artizo (discúlpesenos el localismo por su denotación) asunto de los trajes de Camps, que en buena o mala manera actúa como los mcguffin del genial director maestro del suspense: arquetipo el robo inicial cometido por la que luego será víctima mortal en el motel Bates, de la película Psicosis, asesinato que es el verdadero tema frente al robo. El mcguffin, tiene como fin distraer manera del auténtico tema. Y trasladando esto al aquí y al hoy, un hoy de años, para ser exactos casi 15 (sumando los años zaplanescos y los campistas).

Tan perverso ha resultado el mcguffin de los trajes que ha servido no solo para distraer del verdadero desgobierno de proporciones colosales, como tan colosales han sido algunos de sus supuestos logros.

Si de algo sirve es como nos va revelando la mediocridad del personaje, en éste juicio y de las trapacerías que alimentaron la Gürtel. Sería tediosamente alongada la sola enumeración de desaciertos, derroches, prepotencias, oscurantismos que han abocado a esta tierra al sin sentido de la situación actual.

Contemplando esta desolación, esta devastación económica y financiera resulta entre vallinclanesco y berlangiano (¡qué películas podría haber hecho el llorado director), este parto de los montes con trajes, esta pírrica victoria contra el desafuero, pero eso si imprescindible como fuero y como se nos confirma en el juicio acreditar la mediocridad del personaje que nos ha desgobernado y de las trapacerías que alimentaron la Gürtel y las que aún tienen que salir.

El verdadero juicio contra Camps debería ser de lege ferenda (ley por hacer) lo que en su propio partido el vicesecretario Arenas, afirmó días atrás «que los derrochadores que dejen en quiebra lo que gobiernan, deben ser juzgados» y en esa onda Fabra: los que hayan hecho una mala gestión tienen que pagar, (por Emarsa) , con lo que si días atrás hablábamos de que Dª Rita de incómoda ha pasado a incomodada, quizá nos quedamos cortos porque ahora ella no entra en la política espectáculo, según nos dice.

Pero aquí, el mcguffin, de los trajes ha servido para que los votaran más (¡total por unos trajes!) en vez de botarlos.

Zaplana con la política se abrigaba, Camps solo se vestía algo, y Rita ni se vestía ni se abrigaba, pero con decisión irrevocable los tres nos pusieron en todos los mapas, que ahora nos resulta pírricos y que se han tornado como mínimo en oxidados. Si acaso el mapa en que verdaderamente nos han puesto es en el del ridículo y si acaso en el de la vergüenza, por ese mapa de corrupción «a gogó», que abarca casi toda la Comunidad.( ¿Cuánto nos cuesta la corrupción a cada uno de nosotros?).

Quince años de plomo, devastadores donde se ha desplegado esta malla de asuntos como mínimo podridos con un continuum espacio/temporal.

Años de Zaplana y Camps , de enormidades arruinantes casi vacías y sin sentido muchas, que han hecho bueno la inermedad/inanidad de los años lermistas en los que sería impensable que el síndico de cuentas certificara su colapso, con una quiebra técnica si fuera empresa, desfondados todos los fondos. Y si esto es en lo económico que decir de lo financiero, en donde más allá de lo de la CAM, Bancaja y Banco de Valencia, ni siquiera se han librado las cajas rurales de esa desaparición decisoria.