El Instituto Valenciano de Oncología ha extraído por ahora, por razones de salud, a un reducido número de pacientes los implantes de mama de silicona puestos bajo sospecha por las autoridades francesas, que han recomendado su extracción generalizada tras una investigación desarrollada a lo largo de los últimos años y que ha terminado por dictaminar los perjuicios provocados por esos productos PIP. Sin embargo, los responsables sanitarios españoles aún no han adoptado ninguna decisión al respecto y han preferido llevar a cabo su propia investigación, a remolque de la efectuada por sus colegas galos.

Sin embargo, todo apunta a que nos encontramos ante un clamoroso fallo de los sistemas de control. Así parece indicarlo el hecho de que no se haya notificado ni un solo incidente en los últimos cinco años, cuando en Francia ya existían indicios e incluso cuando en España ya se había procedido a retirar los implantes a algunas pacientes a las que se les habían deshecho en pedazos en su interior.

La quiebra en el sistema de vigilancia es especialmente atribuible a las autoridades responsables de su funcionamiento, que hasta ahora no han ofrecido ningún tipo de explicación sobre lo ocurrido o sobre sus consecuencias. Sin embargo, no están exentos aquellos médicos que hayan podido utilizar este tipo de prótesis aun después de conocerse que en el país vecino estaban sometidas a investigación. Unos y otros deben dar la cara ante las afectadas. Por responsabilidad y salubridad pública.