Valencia tiene Ciudad de las Artes (antes de las Ciencias) porque un presidente de la Generalitat, Joan Lerma, sintió envidia de la Villete de París y quiso que en su capital hubiera un espacio singular reservado a la ciencia y a su divulgación, como inversión pública por la modernidad. Su sucesor, Eduardo Zaplana, añadió al espacio científico (museo y Hemisfèric) el artístico y de ocio (Umbracle, Oceanogràfic y Palau de les Arts), pero deportivo, lo que se dice deportivo, no estaba previsto en ningún sitio. Los responsables del complejo diseñado por Calatrava que tuvieron que lidiar con los deseos de sus jefes políticos de contentar a Iñaki Urdangarín dieron por bueno Valencia Summit porque el fomento del deporte entra en el objeto social de Cacsa. Ejem, ejem. No es así. El deporte vino luego, con el tenis para poder hacer algo en el Ágora, o con los caballos purasangre saltando vallas en un estanque tristemente lleno de arena. La foto era el objetivo. No vendan más cabras para «vestir el santo».