El año mariano ha debutado con espíritu de contrición y propósito de enmienda. Siendo imposible contener el déficit de 2011 a base de medidas para el 2012, que se vea al menos la buena intención en el anuncio de un recorte feroz, de esos que multiplican la creación de empleo y nos hacen tan felices. Porque así ha sido el «feliz año nuevo» del respetable gobierno nuevo: señales de humo a los mercados, para que perciban el alineamiento de España en la ortodoxia del euro alemán. ¿Habrá un respiro hasta la próxima emergencia de mediados de enero? Las bolsas lo dirán en cuanto normalicen sus placeres sadomaso.

Es extraño que, con un mercado tan lleno de específicos reguladores de la presión arterial, no disponga la economía de uno solo, ni siquiera genérico. La Academia Nobel debería crear un premio dual de economía y medicina para estimular la invención del trankimazin financiero. Aunque, bien mirado, su inexistencia delata el desinterés de los grandes inversores en sufragarlo. Seguramente es menos rentable que la desazón de cada día.

Los augurios para 2012, formulados con las caras más largas y los matices menos tranquilizadores, no han dejado, por ahora, de movilizar las exégesis optimistas como contrapeso de las pesimistas. De esa dialéctica se nutren habitualmente los motores de la sociedad y del mundo. Las primeras piensan que las cosas no pueden ser tan perversas como su enunciado, y prefieren creer que la pintura negra hará más visibles los toques de color, aunque sean insignificantes. El error por defecto se perdona mejor que el error por exceso y siempre hay quien opina que la situación es desesperada pero no mala. Las segundas, las pesimistas, dan por hecho que todo se hundirá sin remedio, sin otra supervivencia que la del «carpe diem» mientras dure. En mi barrio nunca se había quemado tanta pirotecnia como la última nochevieja.

Misión: salvar a Arenas. El Gobierno nuevo de este año nuevo sin duda espera que los brotes verdes contradigan sus augurios antes de las elecciones andaluzas y salven a Javier Arenas del eterno rol de aspirante. El mapa azul del poder político nacional probablemente tiene en la paleta un chorretón rosa en espera de mojar el pincel antes de que se vuelva rojo, o gris grecoitaliano. Pues a ver...