La crítica al despilfarro no justifica el fundamentalismo de la austeridad. O así opina Mario Fernández, el recién nombrado presidente de Kutxabank, el banco de la unión de las cajas vascas. Al contrario de otras fusiones, esta no ha sido forzada por desequilibrios patrimoniales, sino que se ha aprovechado la ola para hacer realidad un proyecto largamente acariciado.

Fernández critica duramente la gestión económica del anterior Gobierno, con una retahíla de ejemplos ya conocidos: el cheque bebé, los planes E que a su parecer consistían en «levantar calles para volverlas a tapar» (afirmación que negarán muchos alcaldes) y el «gratis total» que cuestiona, dice, el mantenimiento del Estado del bienestar. Son críticas ya oídas de boca de quienes ahora mismo se enfrentan a la obligación de justificar los recortes en servicios, prestaciones e inversiones que acompañan al proceso de reducir en casi 40.000 millones el déficit de las administraciones.

Pero Fernández dice algo más: que limitarse al ajuste es un error. Que en esto Merkel anda equivocada. Que hacer política de ajuste es necesario para sanear los desequilibrios, pero que para crear empleo es imprescindible incentivar la actividad económica. Y que con la receta del ajuste inclemente, Europa ha condenado a Grecia a diez años de recesión. Así pues, resulta posible compaginar la negación rotunda del zapaterismo, con la no menos rotunda negación del merkelismo, si tal cosa existe, porque es como pasar del fuego a las brasas.

Estos días se están recordando algunos papeles de la FAES según los cuales aumentar el IRPF provoca una ralentización de la actividad económica. Los expertos coinciden en que el ajuste fiscal afectará negativamente al PIB e impedirá una mejoría a corto plazo de las cifras de paro, que así pueden encadenar cinco años de crecimiento continuo. Es lógico: si entre lo que los ciudadanos dejan de cobrar y lo que el Estado deja de gastar se sacan 40.000 millones de los circuitos de consumo, la economía lo nota. Se supone que es un sacrificio necesario para sanear las cuentas y volver a tener acceso al crédito, pero estos días el BCE ha dado barra libre de euros a la banca privada europea, incluida la española, y ésta no la está usando para financiar a las empresas. Así no vamos a ninguna parte.