Ya no es que los enredos hayan regresado al PPCV por arte de birlibirloque como afirma Rita Barberá, sino que la tijera que Alberto Fabra se ha visto obligado a desenvainar está levantando ampollas en sectores del partido en Valencia antaño acostumbrados a marcar territorio y contar con línea directa con el Palau de la plaza de Manises, léase la propia alcaldesa de la ciudad. Acosado por la asfixiante situación económica heredada del histriónico Camps (Francisco), incapaz de dar soluciones a corto plazo a la legión de impagados (y expaniaguados) que se amontonan frente a su puerta y con media formación de la gaviota mirando de reojo cada uno de sus movimientos, Fabra ha montado un cuerpo de pretorianos de perfil gestor comandado por su nuevo vicepresidente José Císcar (el más político) con el complicado reto de salvar a la Generalitat de la quiebra técnica y, con ello, de garantizar su permanencia en el frágil sillón del Consell. Ahí está José Manuel Vela, un veterano de la segunda fila. Ahí está Enrique Verdeguer, al que le ha tocado quedarse en Valencia, aún a su pesar (en política las prisas son malas consejeras). Y ahí está Luis Rosado, otro consejero de manguitos poco dado a los contubernios.

Pero el cuarteto está incompleto. Alguien debería sacar a la luz la transcripción del cónclave celebrado el 14 de diciembre en Presidencia entre Fabra y su guardia de «corps» con los principales patronos locales. Enfrente de Fabra se sentaron Juan Roig, Vicente Boluda y José Vicente González. Sería interesante comparar las recetas que allí se dieron con el paquete de medidas anunciado por el presidente en su discurso de Año Nuevo: Subidas de impuestos, recortes de gasto en Sanidad y Educación, revisión de los grandes eventos (aún a costa de encender a Barberá), etc. «Fabra escucha y su equipo está muy receptivo a las propuestas que llegan de los empresarios». Los patronos de AVE están volcados con prestar asesoramiento a Fabra. Y éste ha encontrado un importante pilar en el que apoyarse. Así que ya saben. Si tienen algo que ofrecer no vayan al Palau, pregunten por la sede de Mercadona.