La restauración es uno de los procesos más delicados en la conservación de las obras de arte. Sin embargo, poco cuidado parece que pueda dispensarse a esa tarea por parte de un organismo que restaura dos obras de arte al día, según sus propias estadística. El Instituto Valenciano de Restauración y Conservación (Ivacor), dirigido por Carmen Pérez, está bajo la sospecha de los especialistas, que albergan serias dudas sobre esos trabajos, vista la premura y las condiciones en que se ejecutan en numerosas ocasiones. También cuestionan el hecho de que parece no haber límites en las obras en las que trabajan, desde material arqueológico a pinturas rupestres.

El instituto ha sido objeto de polémica desde el momento mismo de su creación. Ya el proceso de selección de personal estuvo sujeto a demandas judiciales. Además, en su seno trabaja personal estrechamente relacionado con altos cargos del Consell o del PP. Y aunque su sede oficialmente está en Castelló, por decisión personal de Carlos Fabra, en Valencia sus dependencias quitan espacio de docencia en la Escuela de Arte y Superior de Diseño.

Con todo, lo que mayor preocupación despierta en los círculos profesionales es la calidad final de unos trabajos que se llevan a cabo en un organismo que funciona como un coto privado sin participación de los mayores expertos en la materia. El prestigio que se supone debe acompañar a un ente oficial como el Ivacor obliga a redefinirlo e introducir racionalidad y transparencia en su gestión.