Imposible no sentirse afectados. Nos han dejado en pelota viva. Si algo queda, también nos lo van a intentar robar. Tan sólo nos resta indignación e invisibilidad. Pero puede que también arrestos. Veamos. Cuando llego a este punto siempre recuerdo a mi gran maestro, el alcoyano Amando Blanquer, quien hablaba del señor del puro, que era, quizás por su cortedad, el que decidía en nuestra orquesta municipal quién y qué se tocaba. Y hoy, visto el grado de abducción por el romo repetir siempre lo mismo (oír lo oído parece el lema de estos tiempos), y el subsiguiente terror a lo nuevo de los gestores dichos culturales, parece que nada hemos aprendido, salvo poner más vallas al campo y llenar de cromos irrelevantes el corralito de lo siempre lo mismo, eso sí, pagando como nadie, incluso aviones privados. Ya lo hemos dicho aquí otras veces: a cada ópera de ese célebre Palau, a cada propuesta rechazada, a cada proyecto negado (ese burocrático punto g o de placentero rechazo que el Instituto Valenciano de la Música aplica a cuanto de nuevo y virgen llega a sus manos), Valencia, ignorante de su propia ignorancia, es más pobre, más frágil y esquilmada, más trabada en su pura cortedad de miras y escuchas. Y sin embargo, el chorro de las soluciones está ahí, a mano. Basta con apostar por la extrañeza y la interrogación que son los acicates del saber y del hacer creativo.

En lo distinto y otro bulle lo que nos sacará del atasque, de la inane petulancia que al parecer puebla los pasillos y despachos de los administradores del pájaro en mano por más que éste tan solo vuele dentro de la jaula, el pobre. No es verdad que el mundo de la cultura tenga un problema de dinero, sino de personas y modos. Afuera, pues, uno a uno, con aquellos que administran del peor modo posible lo nuestro. Todo ahí comenzará a ser distinto. Volverán a crecer esos ciclos modestos y útiles que poblaban nuestra geografía cívico-sónica. Y puede que, de paso, hasta habrá quien ponga en práctica lo que dice la profesora Mari Carmen Reyes en su reciente tesis doctoral: «La música debe ocupar, en el sistema educativo, un papel destacado por sus beneficios en otras asignaturas y en el desarrollo evolutivo de los alumnos.» En un día aciago y triste como éste, en donde hasta los niños de las escuelas corren el riesgo de quedarse sin luz, sin calefacción, etcétera, bueno es recordar que la solución está en nosotros mismos, basta con cambiar de registro y de modo.