Toda Europa tirita de frío. Las muertes por la ola siberiana rondan las 500, la demanda energética marca récords históricos, amenazando incluso con el apagón general en la mediterránea Costa Azul, los mínimos de temperatura se hunden superando los de la ola de 2005, curiosamente hito anterior en este «mundo caldeado» que puede ver a toda una Unión Europea ante una crisis energética por la caída de la entrada del gas ruso, dedicado a satisfacer su demanda interna con temperaturas por debajo de –35 ºC. Hasta el mercurio se congela, como bien sabía mi estimado Köppen cuando marcó los –38 ºC como umbral para definir los climas de invierno muy frío. En el centro de Asia, donde reina majestuoso el más potente de los anticiclones planetarios, el norte de China ha registrado hasta -50,7 ºC. Una extensa capa de nieve abraza los norteamericanos estados de Wyoming, Nebraska, Kansas y Colorado. 40 centímetros de nieve en Denver; 46, en Omaha, Nebraska y casi 60 en Boulder. Lejos del helado norte, la nieve y el hielo se dan cita en el norte de México y hasta cubren las palmeras en el norte de África. Si no han tenido bastante, el pasado día 2 de febrero era el día de la marmota. La entrañable Phil salió de su habitáculo de Punxsutawney, en Pensilvania y tras ver su sombra (¿el frío anticiclón invernal?) anunció seis semanas más de invierno, vamos, hasta mediados de marzo. Espero que el roedor se equivoque o al menos que su acierto se limite a su frío entorno porque por esas fechas son las fiestas de la Magdalena y los «orelluts» no tenemos sus adaptaciones, en especial, las orejas de reducido tamaño. Habrá quien quiera cambiarlas de fecha pero no para evitar el calor de primaveras potencialmente sofocantes sino para librarnos del frío. Pero, ¿el planeta no se calentaba?

montone@his.uji.es