Este invierno no ha sido muy pródigo en precipitaciones, pero sí en récords de temperaturas y de precipitaciones a la baja. Tuvimos el febrero más frío en Girona en temperaturas mínimas desde 1956, con -4,0ºC de media de las mínimas en Sant Daniel. En Madrid ha sido el invierno más seco desde 1859, desde que se inicia la serie del observatorio astronómico, con sólo 16,1 mm. En Lleida sólo ha llovido 4 mm, de los cuales 3 mm son de precipitación oculta causados por la niebla, es el invierno más seco desde 1940. Muchos observatorios del Servicio Meteorológico de Cataluña tuvieron récord de temperatura mínima absoluta el pasado febrero. Por ejemplo se llegó hasta -10,7ºC en Cassà de la Selva, -7,4ºC en Malgrat de Mar y -7,7ºC en Banyoles.

Se podría pensar que el tiempo se está volviendo loco, ¿es normal que haya tantos récords en un tiempo tan breve cómo es un invierno? La respuesta es que siempre hemos tenido inviernos secos a la Península Ibérica. Lo único que diferencia este invierno de los otros es que a los récords de ausencia de lluvia se han sumado los récords de frío y en el mes de marzo las máximas anormalmente elevadas en algunos días.

Los patrones sinópticos este invierno han sido dominados por la presencia del anticiclón, cosa que ha favorecido la sequía. Cuando habido la oleada de frío las temperaturas bajaron hasta valores que tenemos que recular varias décadas para encontrar valores similares en febrero, y ahora al mes de marzo tenemos un anticiclón cálido. Como la vegetación se encuentra muy seca y el tierra permanece muy enjuto, la intensa radiación solar del equinocio favorece que las temperaturas máximas suban hasta valores que son de primavera avanzada. No obstante las temperaturas mínimas se han mantenido en valores normales de la época. Así el día 14 de marzo la máxima fue de 24,8ºC en Girona-AEMET, 27,3ºC en Orense y 28,6ºC en Sevilla, temperaturas típicas de finales del mes de mayo.