Jaime de Marichalar se quejaba amargamente del interrogatorio inquisitorial a que fue sometido en La Zarzuela, para escrutar la procedencia de un piso madrileño que había recibido en herencia. El exesposo de la Infanta Elena comparaba la meticulosidad en su caso con la laxitud respecto a los negocios de su concuñado Iñaki Urdangarin.

Tal vez la disparidad en el trato habitaba a Marichalar cuando decidió poner una escopeta en manos de su hijo. Como no podía ser de otra manera, el arma apuntó en la dirección equivocada y Froilán acabó en una clínica. La expresión de origen sajón «dispararse en el pie» —popularizada en España gracias al doblaje— describe la torpeza política de adoptar medidas absurdas que encima dañan los intereses propios. En el annus horribilis de la Casa del Rey, la locución debía aplicarse literalmente.

Al contrario de lo que sucede en la esfera penal, la ausencia de intención agrava la situación ridícula de quien se dispara en el pie. En este punto de los artículos sobre la corona, suele adjuntarse la precisión de que los accidentes de caza se prodigan en todos los hogares. Admitida esta cláusula y propagada a las demás circunstancias familiares, ¿cuál es el argumento que justifica que una sola Familia Real se reparta indefinidamente la Jefatura del Estado, sin someterse a sufragio como los Clinton o los Kirchner?

Froilán no sólo es el nieto mayor de los Reyes, también ocupa el número cinco en la línea sucesoria. Trece años no supone una edad disparatada para reinar. Resulta más extraño históricamente acceder al trono por encima de los 44 que posee actualmente Felipe de Borbón. Si la esencia de la Familia Real radica en su condición de depositaria de los símbolos nacionales, sus disparos en el pie también encarnan los errores más difundidos. A partir de Marichalar o de Urdangarin, cabrá concluir que en el país se ha instalado la irresponsabilidad generalizada, cuando no alentada por el Gobierno mediante amnistías fiscales que disparan a la cartera colectiva.

Hasta la fecha, la preocupación por las noticias emanadas de la Familia Real se circunscribía a la nupcialidad y a la economía, que hieren gravemente pero no siempre matan. La introducción de armas de fuego supone un rasgo peligroso en un país de trabucaires.

El accidente de Froilán era perfectamente evitable, sin más que eliminar la escopeta de la ecuación. Por fortuna, Urdangarin ha acudido en socorro de Marichalar y vuelve a copar las portadas con sus incruentos escándalos monetarios.