Hemos tenido la oportunidad de organizar en Valencia el primer congreso internacional celebrado en España sobre la síndone de Turín, vulgarmente conocida como Sábana Santa. Mi enhorabuena al Centro Español de Sindonología de Valencia por haber traído a nuestra ciudad lo más granado del mundo científico en esta materia, como el doctor Jackson, director del famoso estudio llevado a cabo por la NASA en 1978. Realmente la síndone es un objeto único en el mundo. Me imagino la impresión, verdadero susto como comentó después, que tuvo Secondo Pia cuando el 28 de mayo de 1898, al revelar la primera fotografía que se hizo a la síndone, se encontró que el negativo era, en realidad, un positivo: la intrigante imagen que podemos observar en cualquier referencia bibliográfica. El difuso color sepia original tomaba forma concreta: el perfil nítido con los rasgos del cuerpo de un hombre muerto.

A partir de entonces, los estudios de la imagen se fueron sucediendo con cada una de las ostensiones. Los más interesantes, los experimentos a los que sometió el lienzo en 1978 un grupo de expertos de la NASA, con unas conclusiones fascinantes. La imagen carecía de cualquier tipo de pigmento, por lo que la impronta no era una pintura. Además, iconográficamente es tridimensional: los rasgos del cuerpo están proyectados sobre el lienzo en proporción inversa a la distancia, por lo que se trata de una huella en 3D. Esto supone un serio reto, pues en la actualidad se ignora cómo se pudo hacer y resulta enigmático para la propia ciencia. La radiación que impactó sobre el lino, y que oxidó las fibras del tejido, dando origen a la huella que origina la imagen, tiene unas características especiales y constituye todo un desafío a la ciencia. Hay que descartar la posibilidad de su falsificación, pues ni siquiera es posible hacer una reproducción con los medios técnicos actuales, cuanto menos con los medievales.

Como ocurre, a veces, incluso legítimamente, cabe cuestionarse estos resultados y tratar de tumbarlos: esta es la base del crecimiento en el conocimiento científico. Pero ni aun con el intento de desacreditación del carbono 14 ha sido posible. Es la única prueba que no corrobora, hasta el momento, su antigüedad; pero también se han manifestado muchas y diferentes objeciones a esta conclusión del carbono 14: la contaminación, la manipulación, el incendio de 1532, el trozo de tela que se utilizó con aditamentos algodonosos, el posible error de método, etc. Es cierto que, por las características de la síndone, se presta a una intensa refutación o a una ardorosa defensa. Pero la cuestión básica, lo que la ciencia muestra es su no explicación. Y para un cristiano, lo que tiene interés, porque es el fundamento de su fe, es la resurrección de Cristo, de la que sólo fueron testigos, según los evangelios, unas decenas de personas; y no ésta u otra reliquia, que resulta secundario.