En las cada vez más largas colas ante las ventanillas valencianas de Bankia no se habla de otra cosa. ¿Estará seguro el dinero aquí? Hasta la alcaldesa Rita Barberá ha proclamado que sus ahorros, escasos y conocidos, están en la que fue caja valenciana y ahí se van a quedar. Pero la voz de la cola repite una y otra vez que los servicios empeoran, que el sistema informático del cajero, importado de Caja Madrid, es peor que el que había, igual que la página web, que los intereses de las cuentas bajan... «¡Pues cuando quisieron que compráramos acciones, bien que nos llamaban por teléfono!», dice un señor alto de pelo canoso. Los ciudadanos tienen que demostrar todos los días que son unos patriotas, primero comprando bonos de la Generalitat —quienes pudieron— para que se pagara a los proveedores; luego, acciones de Bankia, donde le decían a uno en confianza dónde poner los ahorros, aunque fuera en participaciones preferentes... ¿Y los jefazos? ¿Cuándo van a ser ellos los patriotas?