Ana Mato, haciendo honor a su patronímico, ha anunciado que va a dejar fuera del sistema social a cerca de un millón de dependientes y discapacitados porque es "insostenible". No me cabe la menor duda, pero me parece una vergüenza que el Parlamento, el Gobierno y la oposición, con el silencio cómplice de los medios de comunicación, no se plantee la reestructuración del estado, la reducción de las instituciones y el recorte inmediato de la clase política y de sus privilegios.

Sólo empezando por esta reforma adquirirá legitimidad otras también necesarias o urgentes. Pero hablar de dejar fuera del sistema nacional de pensiones a la discapacidad y a la dependencia, sin pasar factura a la casta política dominante, me parece simplemente una canallada y una tomadura de pelo.

El retroceso social será, si no lo remediamos, de más de 50 años y muchas de las conquistas de sectores como la discapacidad intelectual y la enfermedad mental, su inserción social y laboral, se perderán irremediablemente por el egoísmo de nuestra clase dirigente que está dispuesta a desmontar las bases más sensibles de la estructura actual de la solidaridad social con tal de mantener los 500 mil cargos políticos que existen en España repartidos entre el gobierno y la oposición. Que empiecen por no cobrar los miles de concejales, diputados, senadores y toda la corte de beneficiarios de lo público por el simple hecho de pertenecer a un partido u otro.

Yo no conozco a la Sra. Merkel pero si pudiera le diría del rufianismo y desvergüenza de nuestra casta dirigente, endogámica y putrefacta, pero si se cree que prestándoles 100 mil millones de euros los ciudadanos van a ver parte de los mismos es porque no sabe con quién se la juega.

Hoy hemos conocido la noticia de Ana Mato junto a otra que nos radiografía la evolución del crédito oficial. ¿El resultado? Pues que el destino mayoritario de dicho crédito es la política y no las familias. Así que la Sra. Merkel que sepa, por si le importa, que nuestro endeudamiento no va a servir para aliviar los dramas familiares y personales que vive una sociedad esquilmada por una política cleptócrata que está dispuesta a acabar con el estado social moderno sin inmutarse.