Daba el eurodiputado Daniel Cohn-Bendit un excelente consejo en el semanario francés Le Nouvel Observateur. Cohn-Bendit, "Dani el rojo", uno de los protagonistas del llamado mayo francés todavía afortunadamente en activo, aconsejaba a todos, a comenzar por los políticos, tomarse un descanso, tomarse un tiempo para reflexionar porque de otro modo se pierden puntos de referencia, perspectiva para considerar las cosas y los acontecimientos en su justa dimensión.

Y el europarlamentario de los Verdes, judío y cosmopolita, que tiene la doble nacionalidad francesa y alemana, elogiaba justamente al nuevo presidente francés, el socialista François Hollande, por haber roto al comienzo de su mandato con "la omnipresencia neurótica" de su predecesor, Nicolas Sarkozy.

Por cierto, ¿no está éste último ya prácticamente olvidado? Como si hubieran pasado siglos desde que perdió el poder. Es una prueba más de la aceleración de un tiempo que parece obligar tantas veces a los gobernantes a tomar decisiones , muchas veces trascendentales, en cuestión de segundos, obedeciendo a impulsos momentáneos , sin haberse pensado bien las consecuencias.

Decisiones que muchas veces luego esos mismos políticos se ven obligados a rectificar, lo cual produce una sensación de constante zigzagueo y genera desconcierto y desconfianza en los gobernados.

Uno ve a los políticos continuamente enganchados a sus teléfonos móviles, dando la impresión de estar más atentos a lo que ocurre en el exterior, a las noticias y a los resultados de sondeos que les llegan continuamente que a lo que se está debatiendo en ese momento en la Cámara.

La democracia no está hecha para las altas velocidades, para las decisiones en nanosegundos, como las que toman los superordenadores en las plataformas bursátiles, sino que exige reflexión, debate a fondo sobre los pros y los contras de las medidas, sobre todo cuando los asuntos a discusión son cada vez más complejos y, en una economía globalizada, las decisiones no afectan sólo a una pequeña comunidad sino que pueden tener relevancia para el futuro mismo del planeta.

¿Tienen los diputados de nuestros Parlamentos tiempo suficiente para estudiar los informes relacionados con los temas sobre los que van a votar, para reflexionar sobre sus eventuales consecuencias, para debatir a fondo? ¿A qué viene tanta precipitación, como si mañana fuera el fin del mundo? ¿Se trata sólo de alimentar la voracidad de unos medios de comunicación que no descansan tampoco nunca ?

Como Cohn-Bendit, uno se permitiría aconsejar a nuestros políticos, tanto del Gobierno como de la oposición, a tomarse unas vacaciones y dedicarlas a leer, entre otros, a los clásicos, a los nuestros y a los de otros, que son también nuestros?

Porque, y ahí está tal vez una de las causas de tanta irreflexión, ¿es que leen alguna vez muchos de esos políticos algo que no sean titulares de prensa, áridos informes y aburridos documentos?

Aprovechen el verano. Tómense su tiempo y todos, gobernantes y gobernados, habremos ganado.