Ahora que el banco Central Europeo nos sale con que la salida de la crisis económica pasa por bajar los sueldos de los españolitos (y las españolitas, que diría cualquier portento neogramatical), viene al pelo el reportaje publicado por Juanma Carretero en este diario en el que se repasan los salarios de los presidentes de las comunidades autónomas. Se diría que el sueldo responde a la capacidad para llevar a cabo programas entre plañideros, chantajistas y mendicantes porque, vaya por dios, resulta que quienes más ganan entre todos ellos son los del País Vasco y Cataluña, acompañados, eso sí, por el presidente de Navarra y su colega de Madrid. Un caso en especial curioso €y edificante€ es el de Artur Mas, de quien se conoce su disposición a echarle un pulso al otro presidente, Rajoy, con el pacto fiscal por medio pero que no necesita de pacto alguno para llegar a fin de mes de manera holgada. El Molt Honorable gana más de 122.000 euros al año, es decir, cinco veces por encima del salario medio de Cataluña y algo menos del doble que Rajoy. Como la principal tarea de gobierno que se le conoce a Mas es el recorte brutal de prestaciones sociales que en su momento llevó a que los médicos del hospital de Vall d´Hebrón cortasen todas las semanas la autopista que va al aeropuerto de Barcelona, cabe pensar que el acoso en pro de la independencia económica promovido por el Molt Hono­-rable tiene que ver con que considera que así se gana el

sueldo.

Los salarios bajarán en España lo queramos o no; todo lo que los gurús de las finanzas dicen, aunque sea a título de augurio, termina por convertirse en realidad. Los cálculos bien simples que ponen de manifiesto que la ayuda que va a recibir nuestro país coincide, a ojo de buen cubero, con lo que se va a inyectar a la banca ya sea nacionalizándola o saneando su capital deja bien claro que serán necesarios aún más ajustes. Los ahorros en los hospitales y las escuelas han llegado al límite, salvo que lo que se pretenda sea cerrarlos €que igual es eso€; el IVA está por las nubes y de todas formas, con el consumo en estado de coma, poco ayuda. Así que nos queda el recorte de salarios. Ya sea del todo, como cuando se echa a la calle a los trabajadores, o en parte, por la vía de quitar las pagas extras, ese camino lo estamos recorriendo de hecho; lo que nos dicen, pues, es que los sueldos bajarán aún más.

Dando por cierta esa ley de la naturaleza, ¿qué se espera para terminar con el escándalo de un empleado público interino que gana cinco veces más que el resto sólo porque él mismo decide lo que ha de ganar? Parece obvio que si se nos piden nuevos sacrificios el primer recorte que hay que hacer es el de la administración gigantesca e inútil €estatal, autonómica, local€ dejándola reducida a una oficina por tarea. Pero antes de que eso suceda, que hay pocas probabilidades de que lo veamos, está lo del chocolate del buitre. Por una vez, el banco Central Europeo tiene razón: hala, Molt Honorable, a bajarse el sueldo. Usted y los demás.