La acción supuestamente impulsada por Sánchez Gordillo en un supermercado de Andalucía ha tenido una gran difusión mediática, y por consiguiente, desde este punto de vista es claramente un gran éxito.

Mucho más dudoso es su resultado político, tanto para él, como, y sobre todo, para IU, aunque no debe olvidarse que se trata de una acción singular, particular y unilateral, de este dirigente político andaluz integrado en esta formación política. A lo que debe añadirse, que, desde luego, puede arrostrar una responsabilidad legal tanto para él como para quienes supuestamente le hayan podido secundar, en su caso. Aunque también es cierto que no existe lucro personal alguno, lo que podría suponer su exención de tal responsabilidad. En cualquier caso, siempre es excesivamente arriesgado intentar emular al televisivo (y hasta simpático) bandolero Curro Jiménez, como algún medio le ha comparado. Pero lo que más claramente se observa en esta actuación es su extemporaneidad. Efectivamente, si las recomendaciones de recortes de derechos del BCE y de los dirigentes de este país (PP) siguen por el camino trazado desde que gobiernan (y no existe el más mínimo indicio de que Rajoy, desaparecido, intente cambiar), es seguro que hechos como el comentado se van a producir, pero agravados. O sea, no va a ser necesario que ningún político tome la iniciativa para evitar que los ciudadanos mueran de hambre, sino que serán éstos quienes lo llevarán a cabo antes de que se produzca tal evento, que, no parece, lamentablemente, estar ya muy lejos de la realidad, tanto andaluza como del resto de España.

Parece que el Gobierno, que muestra una gran perseverancia en su acción política neoliberal y actitud servil a Merkel, debería tomarse estos hechos, no como una anécdota más de la situación especial en que nos hallamos, sino como un síntoma real de lo que puede pasar. Y de lo que puede pasar en breve, si no se toman medidas que contrarresten de manera radical la deriva de reducción cuando no de privación de derechos fundamentales; derechos fundamentales que no se deben tocar: como el salario mínimo vital a quien no se le proporciona un trabajo, la asistencia sanitaria universal y la enseñanza pública, y en esta época, también, todo lo que suponga investigación, si de verdad no queremos formar parte del pelotón de los torpes del mundo.

Rajoy, en su retiro dorado, debería grabarse bien esta frase del propio Sánchez Gordillo: «La crisis tiene rostro, nombre, apellido y carné de identidad y hay muchas familias que no pueden comer». No estamos ante una abstracción sideral. La gente anda ya buscando en los contenedores; todos lo hemos visto. Y la solución no puede ser la de ponerle candados a los contenedores, sino la de conceder ese mínimo vital a que toda persona tiene derecho por su mero nacimiento. De lo contrario, ¿para qué tenemos y queremos el Estado?

*Abogado. Exdiputado provincial de EUPV