Hablar sobre el trabajo, el desempleo, la falta de inversiones que faciliten el crecimiento bien por el fortalecimiento de las empresas existentes, bien por la creación de otras nuevas, no parece ser noticia, según la atención que se le presta en los noticieros televisivos, no debe tener tirón mediático. Y eso que la mayor parte de la población de este país es asalariada, es decir trabajadora, por cuenta ajena desde luego, y sólo una minoría forma lo que podríamos denominar sociedad capitalista y por tanto supuestamente inversora. Entonces, porqué se pasan semanas y semanas sin decir nada sobre el paro, sus consecuencias y su oscuro y predeterminado descenso a los infiernos, eso sí, bien regulado por una Ley de Reforma Laboral, y en cambio nos llenan el tiempo dedicado al yantar en familia de información exhaustiva sobre€ un campeonato europeo de fútbol, una Olimpiada donde se ha gastado un dinero que no se tiene, en puro farol y bambolla.

Echando balones fuera sobre la situación económico financiera española, más preocupados en repartir culpas que en asumir decisiones consensuadas con la ciudadanía. Presumiendo porque de una «prima de riesgo» de 650 se ha pasado a una de 560, estamos tocando el cielo con las manos. La denuncia de espionaje a un individuo con pinta de gañan recién llegado de la dehesa, que maldito el interés que puede despertar en nadie, ni siquiera en el denunciado Rubalcaba€en fin, jugando al desmarque, a la desinformación, a pasar de puntillas para no despertar a la fiera.

Ya está bien, mientras los ciudadanos, todos, no nos pongamos a la tarea de reclamar nuestros derechos, y el derecho al trabajo está entre ellos, y nos dejemos distraer por tonterías que no van a crear un solo puesto de trabajo, la miseria nos rondará cada vez más cerca, el paro llegará a los seis millones y continuará su escalada desenfrenada y el Sr. Rajoy y sus acólitos continuaran reformando leyes pero sin hacer nada de provecho.

No permitamos que nos engañen considerando el trabajo como un elemento más del coste de la producción, el trabajo no puede ser considerado como si se tratase de una materia prima o de un combustible, el trabajo ha de tener la consideración de«capital humano» que junto con el capital dinerario propician la producción, por eso su tratamiento no puede ser utilizado por el FMI, el BCE o el propio Gobierno español, abaratando el despido, reduciendo los salarios y estrangulando al 50% responsable de la actividad productiva, el trabajo, por la misma razón habrían de presionar al otro 50% el capital dinerario.

El trabajo, sin capital, es capaz de producir, crear riqueza, hacer país. El capital, sin trabajo, no produce nada, no crea riqueza, sólo especula, es decir destruye país. Somos mayoría, está en nuestras manos conseguir lo que los políticos no saben, no quieren o lo que es peor, no tienen el menor interés en resolver.