La noticia estelar del verano son las performances de la banda de Gordillo Piscinas ("a") Juan Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, además de diputado de IU en la Junta de Andalucía. De momento, él y los integrantes de su «troupe», han asaltado un par de supermercados, sin piscina, y «ocupado» temporalmente el Palacio de Moratalla (Hornachuelos, Córdoba), con piscina. La banda la componen alrededor de 300 militantes del SAT o Sindicato Andaluz de Trabajadores. El líder Gordillo luce un sombrero de segador, como Calvera.

En la película «Los siete magníficos», el jefe de los bandoleros se llama Calvera, quien, al contrario que Gordillo Piscinas, se dedica a expoliar regularmente a los campesinos de un pueblo con la excusa de que tiene que alimentar a su «familia», unos 32 bandoleros. Calvera les roba las cosechas, las gallinas y todas sus pertenencias. Y al campesino que se rebela (Juan, de nombre de pila) le pega un tiro delante de su mujer. Gordillo Piscinas se limita a permitir que su cuadrilla robe sólo un poco y que se bañe en las piscinas ajenas. «¡Menuda piscina tienen estos cabrones!», exclamó un sindicalista del SAT en el Palacio de Moratalla. Pero, ¿a que no tienen bemoles para meterse en la piscina de don Emilio Botín o en la del Presidente de la Junta de Andalucía? ¿No hay una piscina municipal en Marinaleda? Si no lo hay, Gordillo Piscinas debe construirla. Y si la hay, ¿para qué sufrir caminando, a 40º, con el objetivo de darse un simple chapuzón en una piscina que sólo les pertenece a sus propietarios?

Por la misma regla de tres de Gordillo Piscinas, muchos desheredados de la tierra pueden exigir su derecho a ducharse en la casa del alcalde payaso de Marinaleda. O a requisar los alimentos de su frigorífico €si los tuviere€ y donarlos a los pobres. Es sumamente sencillo practicar la demagogia populista. Verbigracia: ¿por qué no «ocupan» las mansiones de La Finca, cerca de Madrid, urbanización donde solo viven los multimillonarios, entre ellos, Cristiano Ronaldo? ¡Ah! Los dioses ricachones del balompié son intocables. ¿O por qué no asaltan los campos de fútbol y sus tribunas, donde se sientan algunos de los personajes más funestos y trapisondistas de esta sociedad?

Es sumamente fácil practicar la demagogia populista, ya vemos.¿Y si la banda de Gordillo Piscinas secuestrara el velero donde celebra el viaje de novios el ex presidente socialista Felipe González y se lo regalara al pueblo? Está anclado en el embarcadero de la costa de Sant Josep, en una zona residencial de Ibiza, ¡también con piscina! ¿Y cuándo se atreverá a entrar con sus 300 jinetes en la mezquita de Córdoba o en el restaurante El Caballo Rojo, que está enfrente? Si el caballo es rojo, es de Gordillo Piscinas y del SAT.

A todo esto, el Califa Rojo (Julio Anguita, comunista de toda la vida) no apoya a Calvera. Es una persona muy leída y sensata. Como ya no hay manera posible de asaltar el Palacio de Invierno, Sánchez Gordillo y su mariachi sindicalista sólo aspira a bañarse en una piscina de «ricos» o hurtar fiambres en los super con la excusa de regalárselos a los pobres. Lo que en los años 70 se llamó «expropiación proletaria», eslogan propagandístico de las Brigadas Rojas de tan infausto recuerdo. En realidad, Gordillo Piscinas dirige un tropel de «simpa», como les llaman los hosteleros a quienes, aprovechando un descuido o merced a una técnica ensayada, se van de los restaurantes sin abonar la factura de su consumición.

Gordillo Piscinas es costumbrismo andaluz en estado puro, como Marifé de Triana, Carmen Sevilla, Juan Guerra, Manolo Escobar, Curro Romero o Chiquito de la Calzada. O Fernando Esteso, memorable en aquella película titulada «Pepito Piscinas». Y la prensa y los columnistas progres jaleando al sujeto y su banda castrista. De pena.