El reciente fallecimiento de Manuel Peris supone la desaparición de una de las figuras más destacadas de nuestra judicatura en las últimas décadas. El magistrado valenciano ocupó lugares de gran significación en diversos órganos jurisdiccionales y desempeñó el cargo de vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial entre 1985 y 1990. Siempre ejerció sus funciones desde el rigor, la honestidad y la prudencia. Y, sobre todo, desde la generosidad.

Esta actitud de compromiso hacia los demás le llevó a ser uno de los pocos jueces que se implicaron en la lucha contra el franquismo y a impulsar Justicia Democrática, organización de juristas que apostó por el final de la dictadura y por la creación de un Estado Constitucional. Con el mismo compromiso, fue uno de los fundadores de Jueces para la Democracia, asociación que le rindió un emotivo homenaje en su último congreso. En dicho acto, Peris impactó a los asistentes con su relato sobre las actividades clandestinas, poco conocidas, que se realizaron desde una parte del mundo judicial para oponerse al régimen anterior.

Resulta destacable que en el mismo grupo de Manuel Peris se encontraban otros juristas valencianos que posteriormente han contribuido también de forma decisiva a consolidar nuestro Estado de Derecho: Tomás Vives, ex vicepresidente del Tribunal Constitucional; Gonzalo Moliner, actual presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo; y Pascual Sala, actual presidente del Tribunal Constitucional. Todos ellos recuerdan el perfeccionismo constructivo de Peris, así como su carácter ordenado, en aquellas reuniones secretas en las que se pasaba miedo. Esa capacidad de organización la puso después al servicio de sus responsabilidades institucionales en el órgano de gobierno judicial. Y supo acompañarla de virtudes como la cercanía, la atención y el apoyo profesional a sus compañeros.

Además, fue un hombre de cultura enciclopédica, pero poco amigo de ostentaciones ni excesos. Su espíritu sistemático se unió a sus afanes democráticos en su obra "Juez, Estado y Derechos Humanos", publicada en 1976, que se convirtió en texto de cabecera para los magistrados que apostaban por un sistema de garantías y de respeto a las libertades de los ciudadanos. Tras su jubilación, mantuvo su pasión humanista por el conocimiento y siguió participando en actos a favor de la mejora de las instituciones judiciales, lo cual permitió que muchos juristas pudiéramos aprender de su dilatada trayectoria.

Toda su vida fue un ejemplo de generosidad, así como de responsabilidad e implicación en el servicio a los demás. Esta generosidad le ha acompañado hasta el final de su existencia, a los 85 años, al donar su cuerpo a la Facultad de Medicina. Con la muerte de Manuel Peris perdemos a una brillante mente jurídica y a un ejemplo de coherencia, honradez y altruismo. Sin duda, se fue uno de los mejores.