El mundo está lleno de fronteras, pero la más dramática es la que separa el África subsahariana y Europa, con un escalón de acceso en el Magreb. Se trata de un altísimo muro del que se habla poco y se escribe menos, pero la gran literatura se ocupará un día de esta épica, una lucha por la supervivencia que ha dejado ya cientos o miles de muertos. A un lado de esa frontera, pese a la crisis, sobra de todo, y al otro falta de todo, menos la dignidad y el valor, bienes que no computan en el PIB. Samia Yusuf Omar, atleta olímpica, tenía ambas cosas, además de una cautivadora belleza. Tras haber sido abanderada de Somalia en los Juegos de Pekín, intentó su carrera más difícil sobre el Mediterráneo, para llegar a Italia en una patera, pero pereció en la prueba. No la recuerdo aquí para cebar nuestra mala conciencia, sino para tributarle, con toda modestia, mi respeto y admiración.