Hace tres décadas, se celebró en España un mundial de fútbol que ganó Sandro Pertini. Hace lo mismo, los Stones actuaron en Madrid dos veces (la primera, la famosa de la tormenta sobre el Vicente Calderón, para los anales) porque en Barcelona se estropeaban todos los céspedes de los estadios. En octubre, hará tres décadas que el PSOE ganó por mayoría muy absoluta las elecciones generales. Cuando se cumplieron los 25, se tuvo que suspender la conmemoración porque los fascistas de ETA había asesinado a dos guardias civiles en Francia. ¿Se atreverá esta vez alguien a organizar algo? Creo que no, porque nuestros hombres y mujeres de la izquierda oficial, que no exquisita (¡ojalá!) están liados con aportaciones tan ocurrentes e impertinentes como proponer que los premios de la lotería paguen impuestos desde el primer día. Que Rubalcaba emule a Robespierre cuando está en el poder no parece mal, pero que imite a Rasputín cuando está en la oposición, puede resultar muy feo. Y Felipe González sin dimitir. Resulta que la derecha de este país, López y su FAES a la cabeza, van a tener razón: Felipe sigue de jarrón chino por la vida, y a modo de oráculo de la izquierda que siempre existió pero nunca ejerció, nos salmodia un par de veces al mes. Eso sí, sólo se moja en el mar, en las piscinas o en los ríos, supongo. Tiene setenta años: algunos dirían que "ya", otros que "sólo." Lo importante no es el número, sino la cabeza y la disposición: de lo primero, perfecto, de lo segundo, fatal. Le propongo a Felipe que se presente a unas primarias frente a Carme Chacón y Rubalcaba, así se comería a sus hijos, Mariscal o Barceló harían un Goya, y nosotros podríamos tener un presidente del Gobierno de España que fuera escuchado y no pitorreado.

Hace treinta años de treinta años de tantas cosas que no sé si escribo en presente o en la inmediatez del ahora que es pasado. ¿Se celebrará la victoria del PSOE de 1982 con la recuperación de un jarrón chino? Esperemos acontecimientos: otoño llama.