Se va confirmando el atropello. El juego de la oca al que el empresario estadounidense Sheldon Adelson está sometiendo a este país, humillado pero contento porque el capo de los casinos dice que creará mogollón de empleos, tiene su centro neurálgico en Madrid, y su mamporrera endiablada es Esperanza Aguirre, que se ha abierto de patas dándole a su cartera las facilidades que quiera para burlar o ablandar las leyes a su antojo. Vamos sabiendo a estas alturas del desastre lo que esconden palabras como salir de la crisis y crear empleo, mantras que cada día propalan los gobernantes con un cinismo y un uso de la hipocresía tan zafio como los concursantes del peor «Gran Hermano». Putas, dinero sucio, juego, mafiosos, recalificaciones millonarias, arquitectura hortera, vandalismo ecológico. Poco si ese empresario marrullero „no se puede ser el decimocuarto hombre más rico del mundo sin cochinadas, navajazos, estiércol y frialdad sin límites„ llega a este país, demacrado y sin aliento, enseñando un conejo de inversiones tramposas „al final lo pagaremos todos„ y exigiendo estrictas condiciones, entre ellas la de preguntarse para qué coño sirven los sindicatos. A los gobernantes se les abre el culo sin importarles que en medio esté el pecado y el vicio, ante el que ahora los pancarteros del cardenal Rouco Varela ya no dicen ese apocalipsis es mío sino el Señor está con vosotros, pillines. Y todos tan contentos. Los gánster se entienden sin darle muchas vueltas al asunto. Es más, los vemos en la tele sonreír y casi levantar los dedos como hacen los adolescentes en cuanto ven una cámara delante.

Un senegalés en la jungla

En otra cara del mundo vive el senegalés Diaye M, de 32 años. Por poco lo cuenta. Por eso está contento, como si Eurovegas lo hubiera venido a visitar. Está tan contento que ni siquiera Dolores de Cospedal, la más contenta de la clase, le aventaja. La señora, diciendo estupideces, abre informativos aunque ella es una arpía y sabe que detrás de sus titulares „los ciudadanos entienden que los políticos en las Cortes de Castilla-La Mancha no cobren„ sólo hay veneno para quedarse sola en el cortijo, ella sí cobrando un pastizal, para hacer y deshacer a su antojo sin que la oposición, entretenida en buscarse la vida en sus «actividades privadas», le dé la tabarra. Maldita sea. A esta clase de políticos sin escrúpulos, caraduras, de verbo populista y mafioso, habría que pedirles explicaciones en los juzgados como maestros en cargar pistolas que luego son otros las que las disparan. Diaye M, el senegalés contentísimo, está alegre porque unos chavales de Buñol, en Valencia, pudiendo haberlo matado sólo lo arrojaron por un puente, y en vez de morir sólo se clavó un palo en la cabeza y se torció algún hueso. Se arrancó el palo, aguantó entre la maleza como un superviviente „mejor, porque no tuvo que codearse con Rosa Benito„ hasta que llegaron los bomberos y se lo llevaron al hospital. Era el 29 de agosto. Huy, por los pelos. A las pocas horas entraba en vigor la ley de la ministra Mato „yo, por la sanidad pública de este país, dicen que dice por los pasillos del tanatorio que regenta, ma-to„. Lo de Diaye M. es tener potra. Es inmigrante, no tiene papales, es negro como algunas almas, y lo han atendido en un hospital público sin que luego le pasen la factura. ¿Es para estar contento o no? Nuestros chicos podían haberlo matado, pero sólo se divertían antes de la tomatina. Podemos seguir orgullosos. Somos la repera. Unos blandos.

Intelectuales en TVE

Que nadie se alarme. Hay planes estratégicos de altura, diseñados al milímetro, para que este país siga su senda hacia la luz. La nueva TVE está a tope, dando lo que tiene, como un concursante de «La voz», nervioso por la alta responsabilidad de satisfacer a maestros como David Bisbal. Esta semana se estrenó «+Gente», y lo hizo sin complejos, dejando claro que apuesta por los debates que interesan, por la cultura en todas sus facetas, por eminencias indiscutibles que han llegado a lo más alto gracias a su magín privilegiado. Agárrense, TVE ha contratado para ilustrar las tardes con Anne Igartiburu „nerviosa el primer día, desbocada, titubeante„ a la mejor, a una mujer de peso, a una mujer que ama la cultura tanto como a sus bolsos Loewe, Carmen Lomana. El estudio no se hundió, las redes no reventaron, TVE no se vino abajo, Igartiburu siguió sonriendo como si tal cosa. Bueno, para que vean de va qué va esto, hasta han sacado del sarcófago, donde reposaba desde los tiempos de Aznar, a otra dama de la cultura, a la eminente Norma Duval. «Nivelazo, nivelazo», se oyó decir a Roi Groba, el copresentador, y juro por el espíritu del miedo, que no había ironía en su comentario. ¿No me creen cuando digo que Norma Duval sabe de música, baile, o pintura? Incrédulos. Fue a hablar de una gran pintora que ahora expone en Madrid. En efecto, su hermana Carla Duval, fallecida hace dos años alborotando el papel cuché por unas semanas. Ya lo saben, la educación y la cultura, lo primero. Entre esta apuesta por el entretenimiento de calidad en la televisión nacional, los recortes a la escuela pública pero sin tocar a la privada confesional, el indiscutible esfuerzo semanal que hace Íker Jiménez apostando por la superchería, por la investigación de chirigota, por la ciencia como nebulosa del espiritismo, y llevando la instrucción pública a niveles de desamparo absoluto, criando jóvenes que aspiran a vestirse de zorras en tanga delante de una mesa de bacarrá y a chicos con elegantes pajaritas, adiestrados y dóciles camareros en Eurovegas, es lógico que este país, cada vez más sucio, oscuro, triste, feo y bruto, siga aún pendiente, y gastando horas de debates en televisión, sobre la esperpéntica, ofensiva, e infantil tristeza de un ególatra al que aúpan unos medios de comunicación que enseguida magnifican al garrulo de oro. Como no lo sé, se lo pregunto a quien lo sabe todo. Señor Rajoy, ¿sigue triste Cristiano Ronaldo? Ehhh, mmm€ responde el presidente. Vamos bien. Este país funciona.

El viejo reportero

Cuando mejor me funciono, me ponen en la calle. Lo dice Vicente Romero, uno de los grandes reporteros de este país, demostrado en sus trabajos para TVE. Es por viejo por lo que se tiene que ir este año. Un «viejo» reportero de 65 años está en la plenitud, en la edad justa en la que empiezas si no a entender el mundo sí al menos a saber hacerte las preguntas necesarias. «Buscamundos» „los martes, La 2„ será su último trabajo.