Las comunidades autónomas se financian a través de los impuestos cedidos por el Estado, que recaudan ellas mismas, y por las transferencias que el Estado les hace de los impuesto que se recaudan en la Administración central (fundamentalmente el 50 % del IVA, IRPF y Sociedades y el 58 % de los impuestos especiales). Con estos ingresos, las comunidades autónomas deben hacer frente a los gastos en sanidad, educación, inversiones, políticas activas, etcétera.

En la Comunitat Valenciana, sólo el gasto en educación y sanidad ha supuesto el 85 % de la financiación transferida, dejando en consecuencia un escasísimo margen para que se pueda financiar „sin incurrir en déficits cuantiosos„ el resto de actividades, que son fundamentales para generar riqueza. En un escenario como el actual, en el que los ingresos caen como consecuencia de la menor actividad y los gastos en educación y sanidad no se pueden reducir a la misma velocidad „a pesar de los recortes„, el desequilibrio entre ingresos y gastos tiende a acentuarse.

Éste es un problema que tienen todas las autonomías, pero que en la Comunitat Valenciana es especialmente agudo. Y la explicación más importante de este desequilibrio viene de que está recibiendo en los últimos 30 años (no es un problema de hoy ni de ayer) menos dinero del Estado que el que le corresponde. Cuando se realizaron las transferencias más importantes „sanidad y educación„, la cuantía a transferir por estas competencias se determinó en base al gasto efectivo que tenía el Estado en cada comunidad y no a la evaluación objetiva de los recursos necesarios. Ha habido modificaciones legales posteriores a la fecha de las primeras transferencias pero ninguna ha corregido suficientemente el, a todas luces, injusto trato que recibe la Comunitat Valenciana.

Entre otros aspectos que nos perjudican, no es el menor el que no se tenga suficientemente en cuenta la evolución real de la población desde el cálculo inicial, y en la Comunitat Valenciana tenemos un millón de habitantes más. No son necesarios cálculos muy complicados para llegar a la conclusión de que con un poco más de dinero no se puede atender igual a un 20 % más de población. Salimos a menos es obvio, pero la educación y la sanidad tienen que ser las mismas, porque es un derecho básico de los ciudadanos. La conclusión es evidente: quedan menos fondos para otro tipo de gastos e inversiones que son precisamente las que ayudan a mejorar la competitividad, que es la generación de riqueza presente y futura.

Llegados a este punto del razonamiento siempre aparece la famosa solidaridad entre las regiones. La solidaridad consiste en ayudar a aquellos que tienen más dificultades, pero no en que después de la ayuda los que estaban peor acaben estando mejor que los que ayudan. En otros países, la limitación a las compensaciones está en que no se cambie el orden que había antes de las compensaciones. En Alemania, por ejemplo, es un principio constitucional.

En España, por el contrario, se cambia y se cambia perjudicando a la Comunitat Valenciana. Ocupamos en 2010 el puesto octavo en cuanto a porcentaje de recaudación con respecto a la media nacional entre las quince comunidades autónomas sometidas al régimen general (País Vasco y Navarra tienen un régimen especial) y bajamos al puesto 14 en financiación estatal per cápita, sólo por delante de Canarias. Ninguna otra comunidad autónoma baja seis puestos (!). Sólo cuatro comunidades „Madrid, Baleares, Cataluña y Valencia„ recaudan más que financiación reciben. Son, en consecuencia, contribuyentes netos. Pero los PIB per cápita de Madrid, Baleares y Cataluña, sobre una media nacional del 100 %, son el 127,8 %, 105,6 % y 117,9 %, respectivamente, y en la Comunitat Valenciana, un exiguo 88,4 %, que ha ido empeorando en los últimos años. Con estas cifras en la mano, que nos hablen de solidaridad€ solidarios somos nosotros.

En una situación co­mo la actual, la sociedad valenciana tiene que estar más unida que nunca reclamando al Estado un trato justo y equitativo. Y lo tenemos que hacer sin algarabías, que no es lo nuestro, pero con unidad, perseverancia y firmeza. Sabemos que hay poco dinero pero no hay razón para que para nosotros haya menos que para los demás.

Al mismo tiempo, con la misma perseverancia, pero con pedagogía, tenemos que hacer comprender al resto de las comunidades autónomas lo justo y razonable de nuestra exigencia. Nos ha hecho mucho daño ese mito del Levante feliz que es feliz por su tierra y por el carácter de sus gentes pero que en lo económico hay que trabajárselo cada día.

?Presidente de la patronal autonómica Cierval