Se echa de menos un mínimo estudio semántico de las palabras del rey en su página web, sobre todo en lo que concierne al análisis de paternidad. O sea, ¿qué palabras son del rey y cuáles le han puesto delante? Tomemos, por ejemplo, un párrafo esencial: «No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia». Claramente, lo de escudriñar en las esencias no es del rey, que nunca habla tan cursi. En cambio, sí parece suyo lo de los galgos y los podencos, tan castizo y cervantino. Lo peor es el zurcido de las dos oraciones, que parece el resultado de cruzar una mariposa con un jaco. En suma, se echa en falta un redactor que ponga la sindéresis y el decoro precisos en lo que el rey quiera decir, sin traicionar su estilo ni traicionar la ley literaria. No se debe salir a cuerpo en pleno temporal.