El Estado federal es una de esas viejas recetas que en el ideario del PSOE nunca han bajado de las musas al teatro. En el partido socialista conviven varias almas, igual que en la Iglesia, y ésa es una de las claves de su longevidad. Cuando soplan unos vientos se enseñorea del cuerpo un alma y cuando cambian, otra. Lo común a las dos almas del PSOE en materia territorial, la centralista y la federal, es la idea unitaria del Estado.

En el nacionalismo viven también dos almas, la que da primacía al fuero, como el de los derechos históricos (caso de Euskadi), y la que la da al huevo, como el de pillar una parte mayor del pastel (caso de Cataluña), aunque ambas estén comunicadas. Si entre fuero, huevo y Estado federal se pudiera hacer una tortilla a gusto de todos estaría bien, pero da la impresión de que el del Estado federal es un ingrediente al que le ha pasado la fecha de caducidad.