Los redactores de la Constitución optaron en su día por una monarquía de perfil bajo, en la que el rey carece de cualquier poder efectivo. Fue un pacto de mínimos, para hacerla digerible por todos. El modelo ha condenado al rey incluso al silencio, salvo en Navidad o ante una gran emergencia. Su entrada ahora en la red, que hoy por hoy es un pinchazo directo a la vena, supone un cambio cuyas consecuencias están por ver, y cuya oportunidad se discute. Personalmente me parece bien, siempre que los mensajes sean propios de Zarzuela, y no un eco de Moncloa (aunque los supervise). La Monarquía puede meterse en más líos, pero serán líos de ideas y política. Si le sale bien, habría conectado con el sentido común de la gente, y haría de moderador. Si le sale mal, podría acabar trayendo la República. Invertir en los mercados de la opinión es así de arriesgado, pero también lo es callarse.