En su bautismo como máximo protagonista del Debate sobre el Estado de la Comunitat Valenciana, Fabra coincidió con el aldabonazo de Mas en el Parlament de Catalunya. Tuvo suerte. Los pobladores del territorio en el que se encuentra al timón, no tanta. Su iniciativa más descollante para taponar la sangría y tranquilizar al paisanaje mostrándole señales inequívocas de que ideas, decisión y dinamismo hay para resucitar a un muerto fue dejar las Corts con una veintena menos de diputados. Si hubiera dicho que se iban todos en ese instante, todavía. Pero cuán largo me lo fiáis. Y, para semejante avance, no será necesario convocar igualmente un referéndum ¿verdad? Porque vamos a hacer un pan como unas hostias. Más hogazas, quiero decir.

De un destello anterior, el de trasladar determinados festivos a lunes para ganar en competitividad, acaba de salir su desarrollo y resulta impresionante. El 9 de octubre y San José del próximo año no sólo permanecen en su estancia natural, sino que, como el 19 de marzo cae en martes, pues el 18 se convierte en fiesta y así celebramos también la previa. Después de haberlo puesto de chupa de dómine, los falleros no van a tener más remedio que levantarle un monumento. Y además se ahorran la cremà porque, para eso, Fabra no necesita de otras manos. Con esta forma de echar pulsos que tiene el hombre, me da en la nariz que no va a pedir precisamente ahora cambiar la Constitución por mucho que caiga en viernes. Navidad, por su parte, intentará mantener sus tradicionales galas. Y una semana después del «a Belén pastores, a Belén chiquitos», en pleno Año Nuevo Peor, pues eso: a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Aunque, como hasta entonces falta un mundo o dos, la Conselleria de Gobernación ha decretado situación de preemergencia. Por las lluvias, dicen.