Pues claro que amo a mi patria, no sería capaz de venderla, dudo que hubiese alguien dispuesto a comprarla. Mi patria „lo confieso„ comenzó siendo un sueño de agua, cerca de los arrozales, no lejos del mar, y desde entonces fue cubriéndose de pellejos ganados que abrigan lo suyo de modo que ya incluye Valencia y, por supuesto, Barcelona e Ibiza, sin que pueda ni desee evitar la incorporación de Madrid y de ciertos barrios de París. Por el oeste pasa por Portugal y llega hasta la Baja California: ni más ni menos. No soy el único: por ejemplo, Alicia Sánchez Camacho y Artur Mas se consideran ciudadanos de países diferentes y sin embargo han votado juntos, en parlamento de conveniencia como las banderas de los barcos, para evitar que los currantes finjan estar enfermos y se gasten un dineral en farmacopea.

Decía el maestro difunto Agustín García Calvo que haría su bandera con los jirones arrancados a diversas banderas. Ahora, la última encarnación de Demócrito vagará por las ondas hasta que sus átomos se condensen en un rosado bebé que llegará al mundo recitando La Ilíada en hexámetros griegos: con un par. Bueno, pues como don Agustín, hago yo y todos los demás empezando por ese gran español que es Julio Iglesias, que se crió en Madrid, es gallego honorario, valenciano de pago, tiene residencia en Miami y las cuentas vaya usted a saber. Otro que tiene el corazón partío.

En Estados Unidos, que eso sí que es una patria, espaciosa, muy ventilada, al delator de unos cuantos evasores fiscales, que se llama Bradley Birkenfeld (nombre de tipo duro), lo han recompensado con cien millones de dólares. Pero al periodista griego Kostas Vaxevanis lo llevaron ante el juez por publicar una lista de defraudadores de su país: es la lista que elaboró el antiguo empleado de un banco suizo, Hervé Falciani (que tiene nombre de cantante corso, como Adamo, que también es mi patria: «La nuit, je deviens fou!») ¿Y dónde está Falciani? Lo han adivinado: en una cárcel española. Si hay ministro de Hacienda, que dimita, y si no lo hay, que nombren a Falciani, ¿no?