Juana Iris, boliviana de 35 años, ha elevado a siete la cifra de víctimas por atropellos mortales en la ciudad de Valencia en 2012. En la mayoría de los casos, los fallecimientos se han producido cuando los peatones cruzaban la calzada por lugares no autorizados, una actuación demasiado frecuente que pone en riesgo la vida y no suele tener la reprensión social y policial que se merece. En la era de las prisas, ni los coches esperan al verde ni los viandantes al rojo, contribuyendo, en esto también, a hacer de Valencia una capital permisiva con las situaciones de riesgo. Las organizaciones de defensa de la bicicleta reclaman más carriles reservados y más seguridad, y lo hacen con toda razón, pero es raro que un ciclista se detenga ante un semáforo en rojo, especialmente si monta con calapiés. Las motos circulan por las aceras con total impunidad (frente a la Central de Policía Local aparcan cientos) y no hay un solo turismo que respete el límite de 50 por hora. Toda la ciudad parece un circuito de F1.