Diplomacia de marca

Una pregunta: ¿usted sabe quién fue el anterior embajador en el Reino Unido? Un tal Carles Casajuana i Palet. ¿Recuerda alguna incidencia durante los años que estuvo? Bien, pues, tras saber que el Foreing Office convocó al actual embajador para trasladarle «la preocupación del Gobierno británico sobre las recientes incursiones...», me dije: ¡Olé! Este es mi Fede. Sorprendentemente, la incursión no era suya sino, según dicen, de un buque de la Armada y otro del servicio de Vigilancia Aduanera en aguas territoriales británico-gibraltareñas. Igual el barco venía de una estancia en Honduras y, conociendo las veleidades del presunto diplomático, vieron maniobras donde no las había. El caso es que Federico Trillo-Figueroa y Martínez-Conde lleva tres días en su destino y es una tras otra. Antes incluso de llegar ya se filtró, de modo casual por supuesto, que su destino sería Washington y, al ser que no, el ministro sabe cómo se puso. De modo que tuvieron que darle Londres. De cara a los Juegos Olímpicos recibió en la Casa de España a doña Sofía y, en su salutación, advirtió que ella era «el mejor ejemplo posible, como atestigua la medalla que consiguió en Roma» a lo que la reina, después de pensar manda huevos, aclaró que fue de su hermano. Pero es que, a continuación, se empeñó en que debía revocarse el nombramiento de la secretaria general de la Cámara de Comercio de España, en la que están representadas firmas como bebeuveá, Mapfre, Sabadell, Santander... y, no me pregunten por qué, se revocó. También le ha dado tiempo a replicar al Financial Times que se deje de monsergas sobre las coincidencias entre los procesos escocés y catalán. Y hay más, pero no me cabe. Lo único es que, en las últimas horas tras el encuentro Fabra/Camps, se ha especulado con que éste acabe por Londres en un centro de estudios. Lo que ya no se sabe es si para quitárselo de enmedio o para provocar que Trillo salga pitando.