Opinión

La nueva disciplina

Francisco Esquivel

Ramón Cotarelo, catedrático de Ciencias Políticas, polemista nato, que da charlas intentando reactivar a la basca, ve así lo que nos espera: «El objetivo que persigue Alemania y los que sostienen su política es convertir el sur de Europa en otra China. Es decir, aplicar una división internacional del trabajo en la cual los europeos podamos competir con los chinos en su salsa. ¿Cómo? Fabricando barato a base de pagar salarios de hambre. Eso pasará aquí.» Puede que debido a ello he seguido el congreso comunista chino como en mi vida por si, al paso que vamos, toca entrar en la disciplina. La puesta en escena es colosal. De momento, los que tengan aspiraciones en ese régimen al que posiblemente nos dirigimos, que olviden los colores alegres. Los miembros del Comité Permanente del Politburó entraron en filia india. Todos ellos con traje oscuro y corbata de tonos rojos, salvo un tal Wang Qishan, que los eligió azules. En cuanto lo vi, pensé: aquí Rafa Blasco ha visto hueco. Seguro que, pensando en el giro, el incombustible caballero de Alzira está indagando ya cómo reengancharse por donde fueron sus orígenes. Además, en cuanto al pronunciamiento del nuevo mandamás del gigante asiático, él allí está libre de toda sospecha que sepamos. Xi Jinping, no obstante, alertó en ese sentido: «Nuestro partido ha conducido al pueblo a la consecución de logros reconocidos y tenemos que estar orgullosos. Afrontamos desafíos difíciles y hay también muchos problemas urgentes en el partido que resolver: en particular, la corrupción y estar alejado de la gente.» El proceso de asimilación da la impresión de ir disparado. Y el discurso de Alberto Fabra no tiene nada que envidiar al de Xi Jinping: va por los mismos registros y puede obtener un éxito parecido. En lo que a la oposición respecta, ahí a los chinos les queda todo que aprender de nuestro sistema. De hecho, los congresos y los resultados del pesepevé también impresionan.

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