Opinión

Y en el principio fue Alcàsser

Fernando de Felipe

El pasado martes (y 13) se cumplieron veinte años de lo que para desgracia de muchos y provecho de unos pocos se convertiría en el infausto origen de la telebasura made in Spain: el caso de las niñas de Alcásser.

A tan tremendo crimen le siguió la no menos tremendista cobertura mediática que del mismo se lanzaron a realizar con mejor o peor fortuna las diferentes cadenas públicas y privadas en lo que sería la primera batalla a muerte de una guerra por la audiencia que, plenamente vigente a día de hoy, tan sólo ha servido hasta la fecha para envilecer aún más s i cabe las posturas de las diferentes partes contratantes que en ella participan (encallecidos espectadores adictos a la lucha en el barro inclusive).

Poco, muy poco hemos avanzado desde aquel kilómetro cero marcado con tanta premediatización, nocturnidad y alevosía en la memoria (que no en la conciencia) colectiva de toda una generación.

Parece que fue ayer cuando, abierta ya definitivamente la veda a los pocos meses de tan horrendo suceso, aquella empalagosa chica Hermida llamada Nieves Herrero traspasó para siempre la deontológica línea roja que separa el periodismo responsable de la irresponsabilidad pretendidamente periodística al frente de aquel nefasto De tú a tú de Antena 3 que, compitiendo cuerpo a cuerpo y mercadeando cadáver a cadáver con, entre otros, el Quién sabe dónde de Paco Lobatón en TVE, alcanzó la friolera de 8 millones de espectadores.

Y ahí seguimos empantanados casi dos décadas después de que Pepe Navarro cruzase el Mississippi e hiciera de él su particular Rubicón salpicándonos a todos por igual: confundiendo a cada nuevo caso el interés informativo con el morbo, la justicia con los juicios paralelos, las exclusivas con la maledicencia, la ética con el botín en forma de índice de audiencia.

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