Opinión

Naturaleza humillada

La Concejalía de Jardines de Valencia, con el aval de expertos como el catedrático Ballester Olmos o el conservador del Jardín Botánico Jaime Güemes, ha puesto en marcha una operación de alteración con hormonas de los árboles que más ensucian con sus frutos al objeto de conseguir que ni las moreras dejen caer sus moras, ni los naranjos produzcan el santo y seña de esta tierra ni los aligustres echen al suelo esas bolas oscuras que hacen que los zapatos se peguen a las aceras. La buena intención y la voluntad de ahorro presiden sin duda la intención de la concejala Lourdes Bernal. Y sin embargo resulta cruel que unos trozos de naturaleza que salpican la ciudad para que no todo sea asfalto y hormigón vayan a ser falseados aún más con la mutilación que representa negarles el fruto. Puede que lo siguiente sean los árboles de metal sin hojas, los arbustos se fabriquen de cartón piedra en los talleres falleros y los perros sean robots japoneses, que esos no cagan.

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