Opinión

La hipoteca de Rita Barberá

No sabemos si la alcaldesa tiene una hipoteca como la mayoría de los valencianos. Pero sí es cierto que casi todos los vecinos de la ciudad de Valencia tienen dos hipotecas, una la que tengan particularmente y otra la que ha provocado la gestión de Rita Barberá durante sus 21 años de mandato. En estos años el ayuntamiento ha multiplicado por cinco la deuda y ha reducido las inversiones a la mitad.

En la memoria del presupuesto de 1992 la alcaldesa citaba como uno de los objetivos esenciales «sanear» la tesorería municipal, cuando la deuda con las entidades financiera suponía el 44,5% del presupuesto anual de gastos, casi la mitad. Concretamente la deuda del Ayuntamiento de Valencia con las entidades financieras en 1991 era de 199,96 millones de euros, entonces 33.271 millones de pesetas. Con esa cantidad se pueden construir 80 centros de salud como el de Benicalap.

Veinte años después, la deuda financiera alcanzaba los 890 millones de euros a principios de este año, que añadiendo el crédito por los 183 millones de deuda a proveedores, supone actualmente haber multiplicado por cinco la deuda inicial de 1992, aunque en plena crisis Rita Barberá prevea reducir la deuda priorizando el pago a los bancos antes que a los proveedores y entidades.

Además, si en 1992 la deuda con bancos suponía el 44,5% del presupuesto, este año 2012 la deuda supone el 124%, todo ello debido al compulsivo y desenfrenado endeudamiento de la alcaldesa con nuestro dinero. El resultado es que nos ha llevado a ir solo por detrás de Madrid en la «liga» de los ayuntamientos campeones en endeudamiento.

Lamentablemente a esta deuda se le suma la caída de las inversiones a la mitad. Rita Barberá llegó a la alcaldía de Valencia en 1991 y aprobó su primer presupuesto en 1992 con un gasto total de 450 millones de euros (74.754 millones de pesetas), de los que 60 se destinaron a inversiones (9.995 millones de pesetas), el 13,4% del total. Tras 20 años de gobierno, su inversión para los valencianos se reduce a 33,8 millones de euros y sólo supone el 4,7% del gasto total. En resumidas cuentas, la mitad.

No negaré que en nuestra ciudad se han hecho inversiones, eso sí, la mayoría pagadas por otras administraciones. La alcaldesa ha buscado la postal bonita para el turista más que mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sin reivindicar servicios básicos a la Generalitat en educación o sanidad. El mejor ejemplo de la nefasta gestión pública es ver cómo recurre a la deuda, 183 millones más para pagar a los proveedores, un gasto que se debería cubrir con los ingresos municipales ordinarios.

Ahora el PP dedica nuestros recursos a devolver la hipoteca generada por la alcaldesa. En las épocas de bonanza económica Rita Barberá optó por el descontrol y el despilfarro en el gasto y el continuo recurso a la deuda con los bancos. La otra alternativa, la de la inversión, tan necesaria para crear empleo ahora y en el futuro, la ha reducido.

En definitiva, de aquellos polvos vienen estos lodos; y si de nuestro dinero se trata, el multiplicar por cinco la deuda y reducir las inversiones a la mitad lo dice todo.

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