Opinión

Hora azul y grana

Iba a escribir que sospecho que esta vez a Artur Mas no le saldrá tan bien como a su antepasado Jordi Pujol la maniobra de envolverse en la señera y decir que las sospechas, fundadas, acerca de su gestión son un ataque a Cataluña. Iba a escribirlo, y ya lo he escrito, pero, la verdad es que cantan los gorriones en los naranjos de mi calle mientras una luz de las nueve de la mañana „muy joven, como era joven el último verso azul escrito por Antonio Machado„ esa luz, digo, se pelea contra los baluartes de las nubes y cuando ya ha tomado un recinto, asalta el siguiente, y así viene haciendo desde ese lugar, cálido y húmedo „ hay llebeig„ en el que nacen estas brumas: más o menos por donde caían las Hespérides. Los navegantes de Samos aún no tenían una palabra para naranjas y decían que habían visto manzanas de oro.

Las cosas suceden mucho antes de tener palabras para nombrarlas y no sé si llamar a este buen momento instante de calma o de arrebato, el caso es que me gusta. Una vez bajaba en el ascensor y me encontré un vecino con la sonrisa de la beatitud pintada en la cara. «Hermano „le dije„ ¿acaso te ha tocado la gracia?». «No „me contestó„ es que ha ganado el Levante y no estamos acostumbrados». De eso hace unos años, ahora ya se van acomodando al hábito de la victoria, esa contrafigura del fracaso, tal vez aún más fantasmagórica y ambas impostoras gemelas según el dictamen de Kipling.

En Benimaclet no se habla de otra cosa y una chica italiana de la Juve tiene en su bar una bufanda granota cruzada con la del equipo turinés, como un pacto entre guerreros apaches. Lo curioso es que se habla del asunto bajito, como si temieran deshacer un ensalmo, con un asombro discreto. Y hacen bien, el pájaro de la felicidad lo soporta casi todo excepto que lo atrapen. Dos adolescentes de mi calle „guapísimas„ me asaltan: «Tío Emili, consíguenos entradas». Deben de haber detectado algún jugador buenocho en la línea de ataque. Y así, entre sigilos y maremotos hormonales, avanza esta hora que, al final no era azul, sino azul y grana.

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