Opinión

Un silencio muy elocuente

Hasta diez veces se negó ayer el conseller de Hacienda, José Manuel Vela, a ampliar las escasas, y sin duda insuficientes, explicaciones que ha dado hasta ahora sobre el trasiego de documentación reservada que perpetró en la Cámara autonómica. No es un asunto menor. Un informe del interventor general de la Generalitat destinado al juzgado que investiga el presunto saqueo de las ayudas que el Consell dirigía al Tercer Mundo ha llegado antes a manos del más relevante de los imputados en la causa, el exconseller de Cooperación Rafael Blasco, que a la mesa de la jueza instructora del caso. Las fotografías que han publicado distintos medios de comunicación „y en primer lugar Levante-EMV„ son inobjetables: Blasco estaba leyendo el documento, supuestamente secreto, que estaba esperando la instructora del caso. ¿Cómo es posible que se lo dejaran leer y, como poco, valorar a él que está encausado en el proceso? Han pasado tres días y nadie ha querido responder a esa pregunta. Es comprensible que el exportavoz del PPCV en las Corts reserve gran parte de las explicaciones que debe al tribunal que ha de juzgarle, pero una cosa es que le asista el derecho a no declarar en su contra y otra que ignore su condición de diputado y eluda rendir cuentas ante los ciudadanos. Los contribuyentes también necesitamos saber quién y por qué sacó copia de un documento que se supone debería guardar bajo siete llaves un alto funcionario cuya misión no es otra que fiscalizar y vigilar al Consell. Cuando los controles fallan o se relajan, sólo queda la impunidad. O, como en este caso, la impunidad doblada de silencio.

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