Opinión
Indignados en la sucursal
Los millones de clientes de Bankia a uno y otro lado del Cabriel andan bastante cabreados contemplando el incesante desfile de consejeros y exconsejeros ante los tribunales que investigan si se falsearon las cuentas de la entidad para captar más incautos (perdón, quería decir inversores) en su salida a bolsa. Pero por si esos clientes no tuvieran bastantes motivos para renegar una y otra vez, la entidad ha abierto un nuevo frente de ataque, esta vez desde las oficinas. Ahora, cuando una sucursal cierra, se supone que dentro del proceso de supresión de duplicidades entre Bancaixa y Cajamadrid y en el marco general de reducción de gastos, reasignan a los clientes a otra sede, aunque el impositor es recibido a su llegada como si se tratara de un marciano, de alguien completamente ajeno a la casa, hasta el punto de tener que abrir una nueva cuenta. Es como si Goirigolzarri y su equipo pensaran que la gente está obligada a permanecer sin un solo gesto de cariño en medio de tantos motivos de cabreo.
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