Opinión

Va de premios

Las buenas ideas deben contrastarse primero y explotarse más tarde. Ese principio fundamental de la teoría benéfica ha llevado al Gobierno a lanzar el globo sonda de la venta de viviendas con premio asociado que, en este caso, supondría un permiso de residencia para el comprador. Por supuesto que del borrador al que se refirió el secretario de Estado de Comercio en un desayuno informativo se han hecho eco de inmediato los medios que desayunan, almuerzan, meriendan y cenan de la mano de La Moncloa „como Televisión Española„ pero también los demás. Y poniendo cifras sobre la mesa: 160.000 euros es la cifra que permitiría, amén de figurar en el registro de la propiedad inmobiliaria, hacerse con la residencia en toda regla.

Como todos los portadores del documento nacional de identidad son, si quieren, residentes ya por ley, queda claro que la medida está encaminada a que las casas que nadie compra se las queden los extranjeros. Oí anteayer una tertulia en la que una señora „cuyo nombre no llegué a averiguar pero de verbo afín al partido en el gobierno„ decía que los españoles no tenemos, uno por uno, los 160.000 euros necesarios (y, añado yo, tampoco se alcanza la cifra sumando a todos los miembros de una familia) así que lo de dar la residencia viene a ser como una necesidad, además de una idea excelente. Digo yo que por qué no se da el paso siguiente, que es la de aprovecharla a fondo. Por poner un par de ejemplos, si adquieres un piso de 300.000 euros te deberían dar la residencia y el carné de conducir. Medio millón y sales de la oficina con la carrera de Hispánicas, Derecho o Farmacia, a elegir. Comprando un chalé en Pedralbes, o en el Viso, te garantizan un título nobiliario.

Hasta ahora, las cosas las hacíamos al revés pero es que, en el fondo, los españoles somos muy raros y por eso hay quien quiere dejar de serlo „reservándose, imagino, el derecho a recuperar la residencia por la vía inmobiliaria. Antes ibas al hospital para que te curasen y no con el fin de aliviar la deuda, figura excelsa que conducirá a que, en breve, la tengas que aliviar toda de golpe ingresando el importe del diagnóstico, el tratamiento y las medicinas en la cuenta de la empresa que se lo ha quedado. Con lo que se me plantea una duda. ¿Qué le darán al ruso, uzbeko, tailandés o chino que compre el hospital de la Princesa de Madrid? Un máster de negocios, un MBA, hubiese estado bien antes, pero en las actuales circunstancias no vale nada. Ya está: el premio Cervantes, o el Príncipe de Asturias. Y la propia Secretaría de Comercio en los primeros sesenta días de la oferta. Al fin y al cabo, si conseguimos que las casas, las clínicas, los coches y los campos nos los compre algún guiri con deseos inconfesables „como los asociados al de residencia„ ya no nos iban a hacer falta ni siquiera los ministerios. Ésos se los regalamos a quien nos invite a un carajillo en el bar de al lado.

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