Opinión
Primero dijeron
Martín Pacheco
Primero dijeron «eso». A continuación dijeron «eso es una mesa». Después escribieron un reglamento-diccionario-significado en el que pusieron: «mesa, artefacto de cuatro patas». Luego, en lugar de ponerse a descansar o proseguir con otros referentes, dándoles nombre y añadiéndole un significado, inventaron una institución de vigilancia y penitencia, crimen y castigo, ocupada en dictaminar que «eso de ahí sí es una mesa», pero «no eso de allá, porque tiene tres patas». Otrosí, primero dijeron «eso»; después tuvieron que decir: «estarse juntos siempre, coño»; a continuación dijeron: «eso es una familia-matrimonio»; en cuarto lugar, en la m del reglamento escribieron una definición persuasiva: «matrimonio, unión de un hombre y una mujer para hacer vida en común, conforme a derecho». Ya en quinto lugar, crearon las instituciones de (manteni)miento y control y, aunque el Tribunal Constitucional adecuó el derecho a lo hecho pecho, ellos, por ejemplo el ministro del Interior o Rouco Varela, ministro del Exterior o del Más Allá, dictaminaron que el matrimonio de dos personas, mujeres, o de dos personas, hombres, no es matrimonio, sino un «matridemonio», un ataque a la familia, es decir, un «familío». ¿Por qué? «Porque en el reglamento que hemos escrito dice "unión de hombre y mujer"». Un argumento que da vueltas del tipo «esto es así porque lo digo yo y ¿eso que tú dices es lo que yo digo? ¿No?, pues entonces no es así». Lo dejo aquí, pero otro tanto hicieron con todo: con la mujer y lo femenino, con el varón y lo masculino; con los sacerdotes y las monjas, los obispos y las obispas; con los negros y los blancos, con los musulmanes y los ateos; con la virtud y con el vicio; con la patria, con España y Cataluña, con los comunistas, con los sindicalistas y los piquetes informativos, con la verdad y la mentira... ¡Hala, ya está!
Desde los Ilustrados, la historia es un relato científico (recurre a los hechos documentados; a todo tipo de fuentes fiables y contrastadas; una ciencia blanda sometida a los criterios más o menos objetivos de la comunidad de científico-historiadores, que busca las causas como motivos; un relato no predictivo... ¡yo qué sé!). Benedicto XVI ha escrito un libro histórico sobre la infancia de Jesús en el que dice que en Belén no hubo ni buey ni mula, afirmación que podría compartir hasta Eric Hobsbawm. Afirma también, además, la virginidad de María y, por lo tanto, el nacimiento espontáneo (?) de Jesús. La conclusión es que Benedicto XVI no ha escrito un libro de historia, sino un relato con otras reglas.
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